Revista invi N°10/Noviembre 1990/Año 5:3

EDITORIAL


Hemos afirmado, en distintas oportunidades, que la vivienda es bastante más que el objeto material donde se vive y que llamamos casa. En efecto, constituye un verdadero sistema inserto en su medio (natural, urbano, social) siendo permeable al mismo. Es un fenómeno dinámico, a través del cual se manifiesta la vida de un grupo social organizado, de tradicional estructura, que constituye la base de la sociedad. Podemos observarla a diferentes escalas y siempre la inserción en su ambiente explicitará un tejido continuo y gradual, que se extiende desde la privacidad más íntima del individuo, hasta el espacio abierto y público de mayor amplitud.
Hablamos de vivienda no referida a su calidad sustantiva, sino más bien a su derivación del verbo ¡VIVIR!, en que vivienda es la manera o modo de llevar la existencia de un individuo o grupo concretándose en una espacialidad material; o mejor dicho, en una materialidad que delimita un espacio rico en contenido, calidad y valores cualitativos.
Esta concepción de la vivienda permite reconocerle un carácter dinámico y evolutivo, es decir, sujeta a cambios y condicionada a un proceso, en estrecho paralelismo con la forma en que vive el grupo humano que la habita.
Según estas reflexiones, es difícil concebir una vivienda definitiva, permanente, estática. Todo lo contrario, es tan variable e inestable como la vida misma. Y muchas veces su inestabilidad derivará más de los sentimientos y sensibilidad de percepción, que de las necesidades básicas de subsistencia del habitante.
En relación a lo anterior, hemos incluído en este número, un artículo que describe un caso de disconformidad habitacional en Inglaterra, el cual está representando la pérdida de cuantiosas inversiones, y cuyas causas se desconocen, despertando un fuerte interés por investigarlo. Otro tema que se da a conocer, es un tipo de vivienda progresiva para postulantes a través de cooperativas, proyectado a niveles sociales medio-bajo en Chile, y que ha despertado el interés del Instituto del Cemento quien comprobará una versión en albañileria de bloque, frente a la de ladrillo con que se concibió inicialmente. Continuamos también con el artículo iniciado en nuestro número anterior, referido a experiencias de tecnologías apropiadas en Paraguay.
Deseando que, como siempre nos hemos propuesto con nuestro BOLETIN, el presente número logre atraer la atención de nuestros lectores por las experiencias y aportes al conocimiento en vivienda que en esta oportunidad entregamos, les saluda.

ORLANDO SEPÚLVEDA MELLADO