doi 10.4067/S0718-83582009000100005

 

Mi vecino apesta: una aproximación sociológica al fenómeno LULU1

My Neighbor Stinks: A sociological approach to LULU phenomenon1

 

Nicolás Soto Delgado2, Rodrigo Hormazábal Salas3

2 Nicolás Soto Delgado es Licenciado en Sociología por la Universidad Diego Portales (Chile). Actualmente es asistente de investigación en el Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

3 Rodrigo Hormazábal Salas es Licenciado en Sociología por la Universidad Diego Portales (Chile).


Resumen

En el presente trabajo se exploran, desde una perspectiva sociológica, las dinámicas que se desarrollan al interior del fenómeno NIMBY (Not In My Backyard) como materialización del fenómeno LULU (Locally Undesirable Land Uses), buscando de esta forma dar cuenta de la construcción simbólica del espacio. Particularmente cuáles son los significados asociados al uso del suelo localmente no deseado. Al mismo tiempo, planteamos una explicación del fenómeno diferente y complementario a las presentes en la literatura. Como hipótesis central nos planteamos que la constitución del fenómeno NIMBY no es sólo, ni siquiera fundamentalmente, producto de la percepción de los riesgos ambientales, sino más bien producto de la valoración simbólica del espacio asociado a este fenómeno. El análisis de estas temáticas lo realizamos desde la perspectiva fenomenológica propuesta en el trabajo de Alfred Schutz. Para ello, la metodología utilizada es de carácter cualitativo.

PALABRAS CLAVES: NIMBY; LULU; MUNDO DE LA VIDA; REPRESENTACIONES SOCIALES; ASOCIATIVIDAD.


Abstract

This article explores from a sociological perspective, the dynamics developed within the NIMBY (Not In my Backyard) phenomenon as LULU's (Locally Undesirable Land Uses) phenomenonmaterialization, trynngto enlighten in this way the symbolic construction oj the space; particularly the associated meanings to locally unwanted uses oj the land. At the same time, we suggest a dijjerent and complementary explanation oj the phenomenon present in this hind oj literature. The main hypothesis is that the constitution oj the NIMBY phenomenon is not only, not even in its core, product oj the environmental risk perception, but as a result oj a symbolic valorization oj space associated to this phenomenon. The analysis oj these matters was done jrom Aljred Schutz's phenomenological perspective. In order to pursue that, the qualitative methodology was employed.

KEYWORDS: NIMBY; LULU; WORLD LIFE; SOCIAL REPRESENTATION; ASSOCIABILITY


 

Hey Mr. Fiddlesticks! No railway traffic, across your own street
Hey Mr. Politics! You live far away from the red light district
Hey Mr. Politics!
Your neighbourhood is never
a stake in a conflict
De Heideroosjes - Nimby (Not In My Backyard)

 

INTRODUCCIÓN

El estudio de la acción colectiva ha ocupado, desde los comienzos de la sociología como disciplina, un lugar fundamental. Generalmente se ha asociado este concepto a los movimientos sociales y a los fenómenos de asociatividad, los que plantean a manera de reivindicación el cambio en ciertos ámbitos considerados por dichos grupos como relevantes4.

Existe cierto tipo de acción colectiva relacionada con el hábitat y el territorio que consideramos merece ser atendida, a saber: las movilizaciones opositoras a ciertos equipamientos no deseados localmente. Tales movilizaciones han recibido en la literatura los nombres de NIMBY (Not In My Back Yard, “No En Mi Patio Trasero”) y LULU (Locally Undesirable Land Uses, “Usos Del Suelo Localmente No Deseados”). Existen variados intentos por dar una explicación a dicho fenómeno, gran parte de ellos fuera de la sociología.

Encontramos en primer lugar la explicación económica, la que destaca las externalidades negativas que la instalación de dichos equipamientos acarrean para los grupos aledaños, al tiempo que ensayan formas de compensación para tales consecuencias5. En segundo lugar encontramos la explicación desde las políticas públicas, investigaciones que han puesto de relieve la forma en que las determinaciones del Estado respecto a ciertos equipamientos urbanos afectan a los ciudadanos, y, de manera similar, a las investigaciones que desde la perspectiva económica se han realizado, ensayan propuestas que den solución a esta problemática6.

Por otro lado encontramos las explicaciones que desde la sociología se han generado al respecto. En primer lugar, encontramos que se ha puesto énfasis en las variables socioeconómicas implicadas en este fenómeno, y en segundo lugar la relación de los grupos opositores con los peligros medioambientales probables para ellos7. En el caso de Chile se ha prestado mayor atención a la veta de movilización que estos grupos desarrollan frente a los equipamientos no deseados8, 9.

A pesar de las distintas explicaciones que se han entregado, hay una inexistencia de investigaciones que busquen integrar en el análisis de este fenómeno las variables espaciales y simbólicas. Tales investigaciones, tanto nacionales como internacionales, han olvidado por completo integrar en su análisis los significados que los grupos opositores tienen y generan frente a estos equipamientos no deseados por ellos. Inclusive hay quienes señalan que “la referencia territorial” es incapaz de estructurar la acción o constituir identidad10. Es en este sentido que creemos necesaria la realización de una investigación que contemple las percepciones y significados de quienes forman el grupo opositor sobre estos equipamientos, teniendo en consideración el factor espacial.

A continuación se establecen de manera más detallada las principales líneas de investigación referidas al fenómeno de los usos del suelo localmente no deseados, para después revisar los conceptos teóricos fundamentales usados y la forma en que son puestos al servicio del análisis.

 

APROXIMACIÓN CONCEPTUAL

LULU/NIMBY: Una aproximación a su tratamiento en la literatura

Los conceptos aquí estudiados aparecen ya a partir de la década del setenta, y se encuentran íntimamente relacionados con la aparición de “los movimientos locales de lucha contra los perjuicios industriales y comerciales (…) en el marco del ecologismo”11. Sin embargo, estos dos conceptos no hacen referencia a una misma cosa, sino que refieren a dos momentos distintos en un mismo proceso, por lo que es necesario hacer distinción analítica entre estos.

 

Procedencia y literatura sobre LULU

Como ya lo esbozamos, el elemento espacial hace referencia a los usos del suelo y las consecuencias que de aquello se derivan. Aunque la literatura12 distingue entre usos deseables y no deseables del suelo, aquella distinción es, consideramos, profundamente arbitraria. Típicamente se establecen criterios para clasificar las formas en que el territorio es utilizado, haciendo referencia principalmente a las externalidades que de aquella supuestamente se desprenden, siendo deseables aquellos usos del suelo que generan externalidades positivas y no deseados aquellos que generan externalidades negativas13. Aunque se pueda estar en principio de acuerdo con este criterio, sigue estando presente la arbitrariedad en la clasificación. ¿Deseables para qué?, ¿Deseables para quiénes? En lo que respecta al presente trabajo, consideraremos como usos del suelo no deseados, sólo aquellos que sean explícitamente rechazados por las comunidades cercanas a tales equipamientos. Como ya lo mencionamos, éstos han sido conceptualizados como LULU. Sin embargo, no ha sido definido de manera concisa y exhaustiva, por lo que cuando se aborda éste se da por supuesto que se hace referencia a algo bien conocido, ya que para los diferentes autores que lo abordan, no hay cabida o margen para otra interpretación que no sea la que explícitamente se desprende del concepto, a saber, el uso del suelo localmente no deseado.

Estas investigaciones se han dedicado a variadas temáticas, entre ellas el estudio del tratamiento de la disposición de los residuos, tanto domiciliarios como no domiciliarios (desechos radioactivos o industriales), así como también la ubicación de plantas de electricidad u hogares para personas sin techo14 15 16 17. Lo que han destacado de manera general estos estudios, en primer lugar, son las luchas reivindicativas en las que se insertan las comunidades movilizadas por el rechazo18. Por otro lado, y en segundo lugar, lo que encontramos mayoritariamente en la literatura específica relacionada a este tema, es la investigación de la relación existente entre las características socioeconómicas de los barrios y el número de LULU que ellos albergan19. De esta forma se han mostrado, para el caso de USA, las correlaciones existentes entre ser afroamericano, de bajos ingresos, y la localización de un equipamiento no deseado. En la misma línea, otros estudios20 21 han ampliado el alcance de dicho planteamiento, considerando no sólo a los afroamericanos sino a cualquier minoría racial.

En el presente trabajo, estamos lejos de poder dar con una definición adecuada de un uso del suelo localmente no deseado. Con la intención de realizar una aproximación sociológica de tal concepto, nos adentraremos en el análisis de un fenómeno que se desprende y que da cuenta de aquello. Este es el ya mencionado NIMBY. La literatura referente a este fenómeno es bastante abundante, por lo que debemos distinguir dos vertientes generales desde donde proceden estos escritos.

 

Procedencia y literatura sobre NIMBY

En primer lugar encontramos la literatura de los propios actores involucrados en el fenómeno, esto es, los gestores de los proyectos rechazados y las agrupaciones de individuos que se oponen a la instalación de dichos proyectos.

La mayoría de la literatura generada por los gestores de proyectos es relacionada al desarrollo de complejos de viviendas sociales o residencias médicas para enfermos mentales y de AIDS. En términos generales, todas aquellas obras son verdaderos manuales destinados a otros gestores para que logren efectivamente confrontar la oposición local a tales proyectos y llevarlos a cabo, destacando la necesidad de “gerenciar” dicha oposición mediante estrategias de relación con la comunidad22 23 24. Todas estas publicaciones son realizadas o cuentan con el patrocinio de distintas fundaciones y ONG dedicadas al tema25.

Por otro lado encontramos los manuales de los opositores a estos proyectos, los que destacan de manera similar a los otros actores ya mencionados, mecanismos y estrategias a seguir para lograr que dichas iniciativas consideradas perjudiciales no se lleven a cabo en sus vecindarios26 27 28. De igual manera que los gestores de los proyectos, estas publicaciones son realizadas al interior de distintas instituciones, las que aportan con fondos y herramientas para la acción de los ciudadanos29.

En segundo lugar encontramos la literatura académica referida al tema. Dentro de estos encontramos que el fenómeno ha sido definido por ciertos autores, haciendo alusión a los factores que generan el rechazo, como “una reacción de naturaleza compleja en la que se combina el miedo por el deterioro ambiental y económico, la desconfianza ante industrias e instituciones y el sentimiento de ser víctimas de un tratamiento injusto en el proceso de selección de localizaciones”30. Otros, como Lanzetta (1998), lo definen como “el rechazo a la localización de una actividad que es funcional a la sociedad global por parte de una sociedad local, que se siente afectada negativamente por la proximidad a la misma. Aunque las personas reconocen que estas empresas son socialmente deseables, ellos no están preparados para que éstas se lleven a cabo cerca de sus vecindarios”31 32. Una tercera aproximación a este fenómeno es la dada por Kraft y Clary33, quienes lo establecen como “una intensa, a veces emocional y a menudo firme oposición local a la imposición de éste [LULU], y que genera en los residentes la creencia de que resultará de aquello un impacto adverso y perjudicial para ellos”. Sin embargo, este rechazo tiene que ser relativizado. Esto, dada una segunda perspectiva, la que pone acento en ciertas características del porqué, en ciertos casos, puede existir la aceptación y en otros el rechazo a la instalación de un equipamiento no deseado por sus características, dependerá de la presencia y combinación de distintas variables. Como lo demuestran Groothuis y Miller34, los que establecen que quienes poseen altos niveles de ingreso muestran más tolerancia y menos rechazo a la localización de desechos peligrosos cerca de su residencia. La explicación que dan a esta situación, es que quienes tienen mayores ingresos perciben que poseen mayor control sobre las decisiones de su vida. Esta aceptación también se da en los grupos de edades más elevadas, donde la explicación que se entrega de esto es que dichos grupos son más conservadores y benefician los proyectos asociados a la producción35.

En el caso de la primera definición, se hace hincapié en que este fenómeno tiene como uno de sus principales motivos el uso del suelo localmente no deseable en términos medioambientales, lo que deja de lado a otros tipos de usos del suelo que efectivamente son rechazados y que no necesariamente tienen una implicancia ambiental. En el caso de la segunda definición, la problemática central que encontramos, es su referencia a un elemento funcional. De esta consideración se desprenden, al igual que en el caso de Bosque Sendra, que sólo se está haciendo referencia a los usos del suelo no deseado en términos medio-ambientales. Para la tercera conceptualización presentada, debemos decir que es, a nuestro juicio, la que de mejor manera nos hace posible abordar el fenómeno de oposición local. Esto, porque no posee el sesgo funcionalista del primer caso ni el medioambientalista de los dos primeros, además de permitirnos conceptualizar el fenómeno NIMBY, desde una perspectiva que nos facilite comprenderlo como una forma de apropiación subjetiva e imaginaria del espacio. Por otro lado, dicha definición del concepto admite integrar el juego entre las diferentes variables mencionadas por Groothuis y Miller.

Si bien consideramos que la definición que entregan Kraft y Clary es más apropiada para aproximarnos al fenómeno aquí estudiado, no podemos pasar por alto los aportes que encontramos en las otras definiciones. En el caso Bosque Sendra, debemos tener en mente la idea de miedo que los habitantes generan frente a la posible instalación de un equipamiento no deseado por ellos; además la definición que Lanzetta entrega nos permite comprender la polaridad global-local que contiene la generación de este fenómeno.

 

Mundo de la Vida

Para acercarnos al fenómeno NIMBY lo haremos mediante la utilización del concepto de mundo de la vida, desarrollado por la fenomenología. Utilizaremos esta perspectiva dado que, como señalan Schutz y Luckmann36, “únicamente en el mundo de la vida cotidiana puede constituirse un mundo circundante, común y comunicativo” (p.25). Además este mundo desde un comienzo es intersubjetivo, siendo su estructura fundamental el que sea compartido por todos nosotros. Es en tal sentido que nos presta utilidad esta perspectiva, dado que tanto el espacio como los significados que se producen a partir de aquel se encuentran al interior del mundo de la vida que es compartido por todos. Así las tipificaciones, es decir, las construcciones de sentido que realizan los actores sobre los objetos de la situación, son generadas a partir de su aproximación a éste. En nuestro caso en particular, el territorio y el espacio se encuentran o forman parte del mundo de la vida, por lo que lo que realizan los individuos son tipificaciones de dichos objetos. De tal modo el suelo y su uso deseado o no deseado pueden ser entendidos como tipificaciones que los actores realizan del espacio en el que se desenvuelven con actitud natural. A manera de una primera aproximación a nuestro caso de estudio, podemos señalar que al tipificarse cierto uso del suelo como no deseado, en nuestro caso una Planta de gas propano, se genera la aparición del fenómeno NIMBY, el que se forma al momento en que un conjunto de personas rechaza de manera activa y colectiva la instalación de un equipamiento que ha sido conceptualizado de manera compartida como no deseado por ellos.

Ya habiendo esbozado el concepto general con el que realizaremos nuestra aproximación analítica a nuestro objeto de estudio, debemos señalar que aún nos hace falta dar cuenta de las características propias de las relaciones sociales que el fenómeno NIMBY contiene. Por este motivo insertamos el concepto de asociatividad en nuestro análisis, dado que nos permite iniciar la descripción de este fenómeno y comprender sus dinámicas.

Por otro lado, y haciéndonos eco de las críticas planteadas a la perspectiva de Schutz de olvidar fundamentalmente los elementos estructurales a favor de un determinismo biográfico37, señalaremos mas adelante cómo es que con los mismos elementos analíticos-conceptuales de Schutz podremos hacer inserción de los elementos de la estructura en nuestra reflexión.

 

Asociatividad y Mundo de la Vida

Como ya lo hemos mencionado, consideramos el concepto de asociatividad como un elemento analítico útil para iniciar la descripción del fenómeno NIMBY. La literatura generalmente ha entendido este concepto como “aquella organización voluntaria y no remunerada de personas o grupos que establecen un vínculo explícito, con el fin de conseguir un objetivo común. La asociatividad así entendida abarca un universo más amplio que el denominado tercer sector, restringido por lo general a organizaciones sin fines de lucro (filantrópicas o asistenciales)”38. Por otro lado, y continuando en la misma línea de argumentación, Valenzuela y Cousiño39 sugieren que se trata de un fenómeno en el que concurren personas libremente y de manera individual, los que no tienen ningún tipo de vínculo anterior y a la vez éstos son incapaces por sí solos de lograr el fin que buscan, por lo que se les hace necesario asociarse. Esta idea de asociatividad como producto de la incapacidad de logros de manera individual es destacada por Paul Hirst, quien señala que los individuos se asocian con otros para lograr cierto propósito que para ellos es importante, el que no podrían lograr sin estar asociados40.

Podemos señalar que todas estas definiciones están de acuerdo en que la asociatividad corresponde a un fenómeno cuya fundamental característica es la reunión libre entre individuos para lograr un objetivo en particular, el que actúa como fin de la acción asociada. En nuestro caso de estudio, esta asociatividad estaría gatillada por la posible instalación de un equipamiento no deseado.

Ahora bien, sabiendo que podemos comprender la asociatividad como un “sistema de relaciones sociales”, es preciso señalar que tales relaciones se dan con cierta categoría de co-partícipes en el mundo de la vida. Tales co-partícipes, en este caso no son sólo semejantes, esto es, agentes con quienes comparto cierta experiencia de la realidad social. Estos son un tipo particular, los asociados, es decir, semejantes contemporáneos con quienes comparto “el mismo fragmento espacial del mundo” (Schutz, 2003b: 21). En dicha situación, lo que se produce es una “comunidad de ambiente”. Esta hace referencia al hecho de que, debido a las experiencias compartidas situacionalmente en la relación entre individuos, “otorgan al mundo al alcance de nuestra experiencia su carácter intersubjetivo y social”41. Aquí se producen relaciones sociales que permiten a los actores someter de manera constante las interpretaciones que ellos realizan de las experiencias del resto de sus asociados42. De tal modo logran los actores comprobar si los significados de los objetos del mundo externo son los mismos para ellos y para sus semejantes, en este caso, asociados43. Así, ya nos es posible, al menos de manera tentativa, señalar que las orientaciones Tú recíprocas, o una relación Nosotros pura, esto es, una relación social presente en el síndrome NIMBY, está motivada por el contexto espacial compartido por los asociados.

 

Motivaciones “para” y “porque”

Aquellas conformaciones y relaciones simbólicas, como ya lo esbozamos, deben ser entendidas como motivaciones situacionalmente condicionadas44. Eso nos llevaría a introducir los elementos biográficos de cada actor en cuestión, dado que son las experiencias pasadas, así como todo su background de posiciones en la estructura, lo que determinaría la forma en que conceptualizan y experimentan el espacio los individuos45. Por otro lado, se nos plantea la necesidad de explicitar a qué se hace referencia con la idea de motivación en el contexto de nuestro trabajo, a la luz de la obra de Schutz. Sostenemos que la motivación debe ser entendida en su doble dimensionalidad. Siguiendo a Schutz46, el concepto de motivo requiere de una precisión. Cuando generalmente se habla de motivación se está incluyendo a tipos distintos de ésta. Así debemos distinguir entre motivaciones “para” y motivaciones “porque”. La primera “desde el punto de vista del actor, se relaciona con el futuro (…) es el objetivo que se pretende alcanzar con la acción” (p. 88). Esto hace referencia al estado futuro de cosas que el agente espera lograr mediante su acción en la realidad social.

Por otro lado, los motivos “porque” se encuentran haciendo alusión “a sus experiencias pasadas, las que lo han llevado a actuar como lo hizo”. Lo que está motivado en esta, es el proyecto de la acción misma (Ídem). En nuestro caso en particular, podríamos señalar que la motivación “para” de los agentes envueltos en el fenómeno NIMBY es detener la utilización del suelo para fines no deseados por ellos. En el caso de los motivos “porque”, esto es, los fundamentos de la motivación “para” y la de su consecuente acción, consideramos que es mucho más arriesgado el dar cuenta de aquellos en esta instancia. Sostenemos que un elemento de capital importancia en nuestra investigación es dar cuenta e interpretar los significados asociados a las motivaciones “porque” que fundamentan el desarrollo y mantenimiento (o declive) del fenómeno NIMBY, al igual que permiten comprender las motivaciones “para”.

Por otro lado, como ya lo hemos planteado en varias ocasiones, contrariamente a lo que plantean algunos47, sostendremos que la constitución del fenómeno NIMBY no es sólo, ni siquiera fundamentalmente, producto de la percepción de los riesgos ambientales. Más bien dice relación con la construcción social del espacio, del uso del suelo, que los habitantes generan en el día a día. Esta construcción del espacio no se encuentra determinada sólo por los elementos individuales subjetivos de los agentes. Lo que también hay en este proceso es el entrelazamiento de los elementos de la estructura en dicha percepción del espacio. Como señalan Schutz y Luckmann48, “el mundo de la vida es, entonces, una realidad que modificamos mediante nuestros actos y que, por otro lado, modifica nuestras acciones” (p. 28). En el contexto de nuestro objeto de estudio, como ya se ha mencionado, la elaboración de los significados del espacio está mediada por las variables estructurales, que se insertan en la individualidad de los sujetos. Y en la medida que estas situaciones espaciales y estructurales son similares para todos los asociados, podríamos esperar cierta similitud de motivaciones “para” y “porque” entre quienes se encuentran al interior del fenómeno NIMBY.

En este sentido es necesario integrar la categoría analítica fundamental para nuestro trabajo, a saber, representaciones sociales. Esto, dado que en el mundo de la vida, al constituirse la relación entre actores, y de manera consecuente, al experimentar a un semejante como asociado, los significados que del espacio tienen los individuos encuentran puntos de interfaz que son constantemente actualizados por ellos.

 

Representaciones sociales

En primer lugar, debemos señalar la utilización que S. Moscovici hace de éste. Para él, las representaciones están formadas tanto por productos mentales como también por formaciones de carácter simbólico, las cuales se producen y reproducen en el devenir de las interacciones sociales49. En términos urbanos esto se traduce en que es en la interacción donde los sujetos construyen el objeto urbano, al tiempo que le otorgan significado a éste. Mediante aquella construcción de significación de lo urbano, orientan la acción de los sujetos. Sostendremos pues que los elementos y la forma en que se construyen las representaciones sociales se constituirán en herramientas fundamentales para la elección de los distintos proyectos de acción que los sujetos generan50. Para que estos proyectos de acción se lleven a cabo, se requiere que sea visualizado el “estado de cosas que será producido por mi acción futura, antes de poder esbozar cada paso de mi acción futura, de la cual derivará dicho estado de cosas”51. De esta forma, los proyectos de acción tienen como horizonte siempre la motivación “para” de la que antes se habló. En esta línea debemos señalar que estas representaciones se constituyen sobre la base de los elementos que los sujetos poseen en su acervo de conocimiento y, al tiempo que se construye y reconstruye, es ingresada a este acervo de conocimiento a la mano, por medio del cual los individuos orientan su acción con actitud natural en la realidad social52.

Dentro de la misma línea podemos enmarcar lo sugerido por Emile Durkheim sobre las representaciones sociales. Particularmente nos interesa destacar su aproximación a la construcción y significados que los actores generan sobre el espacio.

Dicho análisis de la representación del espacio, Durkheim lo inicia para ejemplificar cómo es que las categorías del entendimiento proceden todas de una matriz de pensamiento de origen religioso53. Así, nos dirá que el espacio no es puro y homogéneo, dado que los objetos, la realidad, sólo es aprehensible cuando se presenta distinguida en su interior. Así, establece que las distintas áreas del espacio no poseen equivalencia cualitativa, es decir, “no son sustituibles las unas por las otras”54. Con esto lo que intenta hacer es destacar que los objetos puestos en el espacio, y sus respectivos representaciones, para que les sean significativas a los actores, necesariamente deben ser dispuestos de manera diferenciada. En ese mismo sentido nos plantea que se atribuyen “distintos valores a las distintas partes del espacio” (Ídem). En definitiva, las representaciones sociales del espacio son la forma en que, en primera instancia, se establece la “coordinación que se introduce en los datos de la experiencia sensible”, por lo que es una conceptualización de primer nivel realizada por los actores, que les permite a éstos asirse del espacio urbano.

Si utilizáramos de manera preeliminar todo lo antes mencionado, podríamos señalar que dada la existencia de una igualdad espacial en la experiencia de ciertos individuos, lo que los constituye en asociados, la probabilidad de que éstos en su conjunto generen representaciones de un uso del suelo en particular, similar entre ellos, es mayor. Y esta situación se encuentra en la base de los motivos que refuerzan el rechazo a cierto tipo de uso del espacio, al tiempo que dan cuenta de los significados que de éste se posee y son actualizados por los individuos en su discurso y práctica en la actitud natural, esto es, en la vida cotidiana. En resumen, y como plantean Valera y Pol55, los individuos establecen relaciones simbólicas con el espacio y con las personas que se encuentran en él, las que se evidencian en las representaciones y acciones de los individuos.

En definitiva, lo que nos planteamos en términos de aproximación teórica para el tratamiento del fenómeno NIMBY, es la integración, dentro de la perspectiva fenomenológica del mundo de la vida, del concepto de representación social. De esta manera, sostenemos que se puede lograr una descripción e interpretación profundamente adecuada de dicho fenómeno, iniciando nuestro acercamiento mediante la idea de asociatividad generada en tal proceso. Además, al analizar todos estos conceptos tendremos en mente las motivaciones “para” y “porque”, que moldean las dinámicas de conformación de las representaciones sociales.

 

PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN

Frente a esto, nos planteamos como pregunta a responder: ¿Cuáles son las estrategias y discursos que ponen en juego los habitantes que generan el fenómeno NIMBY, frente a un uso del suelo localmente no deseado por ellos? De manera general buscamos identificar las motivaciones, así como también indagar en los significados que los actores asocian al fenómeno estudiado. Como hipótesis sugerimos que la constitución del fenómeno NIMBY no es sólo, ni siquiera fundamentalmente, producto de la percepción de los riesgos ambientales, sino, más bien, producto de la valoración simbólica del espacio asociado a este fenómeno, como también que existen diferencias en las estrategias y discursos basadas en el género de los habitantes que generan fenómeno NIMBY. Para responder a esta pregunta, se decidió realizar un estudio de caso. Este es el conflicto desarrollado en la comuna de Peñalolén, que tiene en disputa a los vecinos de los condominios Campo Norte y Campo Sur y cierta parte de los habitantes de las avenidas Arrieta y Talinay, por un lado, y a la empresa de distribución de gas Metrogas, por otro. El conflicto surge cuando entre los habitantes de esos lugares empieza a correr el rumor, en marzo de 2007, que la empresa mencionada pretende instalar una planta de almacenamiento de gas propano-aire en la pre-cordillera, a 250 metros de las viviendas más próximas. El grupo estudiado es en su mayoría de muy altos ingresos, sumando más de 700 viviendas, y encontrando en sus cercanías viviendas de grupos de los sectores menos aventajados de la sociedad, así como también viviendas de medianos y altos ingresos. Se seleccionó este caso, debido a que en la literatura, tanto nacional como internacional, no se ha analizado este tipo de equipamientos, por lo que en el presente artículo se busca aportar a la comprensión del fenómeno en un contexto distinto al ya presente en otras investigaciones.

Para contextualizar nuestro caso de estudio, debemos considerar el desarrollo particular que ha tenido la comuna de Peñalolén en el concierto del crecimiento de la mancha urbana de Santiago. En consideración de esto, se puede observar que en la comuna se ha producido una ocupación incremental de la pre-cordillera a partir de la década de los ´90, siendo el uso del suelo que se le ha dado a ésta, fundamentalmente para fines habitacionales. Como lo señala Ducci56, la comuna de Peñalolén no tiene ningún espacio destinado para el uso industrial. Con respecto al tipo de viviendas que recibe la comuna en este periodo, se establece que un 14% de estas son de altos ingresos y casi el 50% de viviendas son de estratos socioeconómicos medios altos. Hay que destacar que este fenómeno de extensión es propio de América Latina, y como señala Pesci sobre aquellos, “las inversiones privilegian la huida de la ciudad, quizás para obtener la ilusión de salvar a la gente, y no aparece por el momento otra alternativa clara”57.

 

Mapa nº 1
Perfil socioeconómico habitantes conjuntos estudiados

 

METODOLOGÍA

Dada nuestra pregunta y nuestros objetivos, consideramos apropiado emplear una perspectiva cualitativa. Esto, porque lo que buscamos aprehender con la presente investigación son los significados y motivaciones que los individuos partícipes del fenómeno NIMBY generan y actualizan (o no actualizan). Entenderemos por partícipes todos aquellos sujetos que hayan acudido al menos a dos actividades (reuniones de información/coordinación, asambleas, manifestaciones, etc.) desde que se hizo manifiesto de manera articulada este rechazo.

El carácter de la información que hemos de ocupar es primaria dado que, como ya lo hemos planteado, nuestro enfoque de estudio explora una temática de la que la literatura no se ha hecho cargo de manera adecuada.

 

Técnica utilizada

Para lograr los propósitos expuestos más arriba, hemos utilizado la entrevista semi-estructurada en profundidad a participantes e informantes claves. Esto debido a que con ésta lograremos dar cuenta de los elementos y significados puestos en juego por los diversos actores implicados en esta situación, teniendo como supuesto de base el que son los mismos actores los más adecuados para dar cuenta de la realidad que experimentan. Por otro lado, el carácter de confidencialidad propio de este tipo de entrevistas, nos hace pensar que ciertos actores, particularmente los vecinos, estarán con mayor disposición a mencionar temas y perspectivas que de otro modo no se referirían58.

Estas entrevistas se realizaron por una parte a informantes claves, estos son las autoridades públicas vinculadas al tema y dirigentes de organizaciones sociales involucradas en el conflicto. Para cada tipo de informante se realizará una entrevista.

 

Diseño muestral

La muestra para los informantes claves se definió en base a lo que los propios vecinos pertenecientes al grupo opositor nos señalaron. De esta forma, hemos considerado como informantes claves a los presidentes de la Fundación “Defendamos la ciudad” y la agrupación de vecinos “No a Vespucio oriente en superficie” de la comuna de La Reina. Además, se entrevistó a una de las concejalas de la comuna de Peñalolén como representante de la autoridad municipal, que fue sindicada por los entrevistados como una de las personas de quien reciben apoyo. En total, por tanto, se han realizado tres entrevistas a informantes clave.

Por otro parte, se realizaron entrevistas a los participantes de este grupo opositor. Dada la información preeliminar con la que contamos, podemos señalar que consideraremos las variables sociodemográficas de edad y sexo como las más relevantes para nuestro caso de estudio. El número de entrevistas realizadas fue elegido en base a la evidencia de saturación teórica que los datos nos presentaron, buscando siempre tener la mayor variabilidad en las unidades muestrales. De esta manera, se realizaron nueve entrevistas en total, llevándose a cabo cuatro entrevistas a mujeres y cinco a hombres. La selección de las unidades muestales se realizó mediante el procedimiento “bola de nieve”.

Ahora bien, el análisis de la entrevistas fue realizado mediante la utilización del software Nvivo. Este nos permite hacer emerger desde los mismos documentos las categorías de análisis con las que interpretar lo planteado por los mismos actores.

 

RESULTADOS

“Uno no es ninguno”: La construcción de los asociados

En primer lugar, es necesario establecer el contexto propio del conflicto en el que los habitantes de los condominios, próximos al terreno en donde la empresa pretende construir la planta de gas propano-aire, empiezan a considerar a los demás vecinos como asociados.

Según lo señalado por los entrevistados, anteriormente a que se presentara el conflicto, las relaciones o contactos entre ellos eran casi por completo inexistentes, limitándose en algunos casos, al saludo cordial por la mañana con los vecinos más cercanos en términos espaciales. Como nos señala una entrevistada “(…) no había mayor relación, de repente me encontraba a algunas personas en la peluquería, hay una peluquería más arriba, pero… para la muerte de un obispo, literalmente” (Mujer, 54 años, Arrieta).

A la vez reconocen que con la aparición del conflicto empiezan a aumentar los contactos, en intensidad y periodicidad, que estos establecen con los demás vecinos. Lo que se explica debido a que, cuando se enteran de la posible instalación de una planta de gas en las cercanías de sus hogares, comienzan a generar contactos entre ellos para establecer la veracidad de la información y los alcances de ésta. Es en dicho momento que comprenden que sus vecinos son semejantes contemporáneos con quienes se comparte el mismo fragmento espacial, es decir, que son asociados. Pronto veremos cómo este hecho, el que se comprendan como semejantes, influye en la manera que tienen de representarse a sí mismos como grupo. Por el momento debemos señalar que al comprenderse como asociados, y que por tanto, comparten las mismas problemáticas generadas por y en el espacio en que residen, advierten la necesidad de ejercer la oposición al proyecto de manera conjunta. Es aquí donde claramente aparece entonces, el mecanismo de asociatividad como la forma de enfrentar la problemática que poseen. Como se desprende de lo señalado por un entrevistado sobre lo primero que hicieron: “(…) se cita a los presidentes y las directivas de las tres villas para conversarlos y decir que por lo menos actuemos en conjunto” (Hombre, 56 años, Campo Norte).

Ahora bien, debemos destacar un hecho fundamental del fenómeno de asociatividad y que en este caso en particular se presenta con fuerza, a saber: que las acciones colectivas emprendidas por todos los participantes del grupo opositor, son para el bienestar individual de quienes participan en ellas. No hay otra intención más que lograr el objetivo común trazado por ellos, y si para esto deben trabajar en conjunto, así lo harán. Cabe mencionar, como ejemplo de esto, el caso expuesto por uno de los entrevistados referido a un vecino que arrastraba deudas por concepto de gastos comunes, lo que producía molestia entre los demás –porque consideraban que esta persona no cumplía con sus deberes-, pero que al momento de presentarse el conflicto fue uno de los primeros en ofrecerse para trabajar en las distintas actividades. O como claramente lo plantea otro entrevistado: “(…) muchos vecinos que la asumieron y cuando yo les daba las gracias, me decían no… no te preocupes, yo lo estoy haciendo más que por la comunidad, quiero ser un poco egoísta, pero yo lo hago por mi familia… O sea lo hago por mis hijos, lo hago por mi casa, lo hago por mis bienes (…)” (Hombre, 52 años, Campo Norte).

A pesar de poseer un carácter marcadamente individualista, y contrariamente a lo que se podría pensar por lo antes señalado, se generan de igual forma lazos diferentes de los meramente instrumentales entre los asociados. Con el transcurso del tiempo, y con la consiguiente sedimentación del grupo opositor, se van constituyendo relaciones entre los habitantes de los condominios, ya no limitándose estas a las que se pueden dar con los residentes más cercanos, sino que aparecen y se extienden las relaciones de aprecio entre todos los asociados. Esto se observa en la expresión de una entrevistada: “(…) claro, hay un cambio, sí… es igual que un terremoto, tú dices pucha igual qué lata, pero al final como te ayudas, y te cuidas y te proteges, se crea una relación (…) (Mujer, 54 años, Arrieta). Nótese el tipo de hecho al que hace referencia. Lo que expresa esta cita es una comparación de la instalación de la planta de gas con una catástrofe natural. Hay una equiparación entre lo que provoca un terremoto y lo que causa el proyecto entre los vecinos.

Habiendo establecido el fenómeno de asociatividad presente en este caso, se hace necesario identificar las características propias del grupo de asociados, que nos permitan entender tanto las estrategias como los discursos expresados por estos.

 

CARACTERIZACIÓN DEL GRUPO

“No somos tontos, somos pesados”: representaciones de los asociados

Como lo mencionamos, el que los vecinos se conciban como asociados y en particular como semejantes, implica que éstos desarrollen una representación específica de sí mismos. De esta manera, de modo más general, se reconocen como distintos del resto de la comuna de Peñalolén, caracterizada por ellos como “comuna del pueblo”. Frente a esto, señalan sobre sí mismos: “(…) somos gente culta… leemos… las noticias, lo sabemos.” (Hombre, 52 años, Campo Norte).

Además, y en referencia a esa misma representación, es notable como le otorgan una valía especial a las credenciales educacionales que poseen los miembros del grupo opositor. Esto, como veremos más adelante, estará dado por la naturaleza misma del conflicto. El punto que queremos hacer ver aquí es que para los entrevistados es de primera importancia, para establecer distinciones -no sólo con el resto de la comuna sino también con otros grupos movilizados por motivos diferentes de los del grupo estudiado aquí, como eran los habitantes de la toma de Peñalolén- el identificarse como poseedores de saberes específicos que sólo algunos poseen. Es así que se entienden intervenciones del tipo: “(…) es un movimiento que ha sido en el orden de las ideas… ha sido una cosa de discusión de ideas, de informes técnicos… no ha sido un movimiento de violencia.” (Hombre, 54 años, Campo Norte).

Conociendo la forma en que se conciben a sí mismos como grupo opositor, podemos a continuación ver la forma efectiva en que se organizan sus estrategias y actividades.

 

Organización interna del grupo

Destaca el hecho de que utilizan la institucionalidad ya existente en los condominios para articular la organización del rechazo. Sin embargo, esta organización es modificada teniendo en consideración las necesidades especiales que se le han presentado al grupo a raíz de esta situación coyuntural: “En este condominio, que es el que conozco, existe un presidente de la junta de vecinos y un directorio, este directorio son como siete personas ¡ya!, profesionales (…) Y después, debajo de eso, vienen todas las personas que cooperan, las cooperadoras a… que vienen debajo.” (Mujer, 56 años, Campo Norte). Es así que se observa la aparición de nuevos puestos en el organigrama y que a la vez los ya existentes adquieren nuevas funciones. Hay que hacer patente el hecho de que los nuevos puestos no necesariamente son institucionalizados, sino que en muchos casos operan de facto, como es el caso de las así llamadas “cooperadoras”: “Yo soy cooperadora, pero… pero… esto no estamos por una directiva nosotros, con nombre ni apellido” (Mujer, 52 años, Campo Norte).

Esta necesidad de nuevas funciones o habilidades en la institucionalidad ya existente, desemboca en la utilización espontánea de ciertos saberes particulares de algunos miembros del grupo opositor. Es el caso por ejemplo, de la necesidad de análisis de los informes técnicos entregados por Metrogas sobre la factibilidad de realizar el proyecto en dicho lugar, ofreciéndose para tal labor los ingenieros que habitan en los condominios. Esta forma de operar es típica de la asociatividad norteamericana, en donde se reparten las distintas labores en consideración de las diferentes profesiones que tienen los asociados59.

 

El cuerpo y el deporte: dos representaciones de la organización del grupo

Ahora bien, en relación a la organización del grupo opositor debemos señalar que se generan varias metáforas en torno a ella para caracterizarla, siendo dos las principales. La primera, se refiera a una metáfora biológica en torno al grupo opositor. En esta, se concibe al grupo como un cuerpo, entendiendo que quienes dirigen al grupo opositor son la cabeza de éste, los que a su vez obtienen mayor relevancia entre quienes se oponen: “Nosotros somos súper organizados, tenemos nuestro esquema a… tenemos un organigrama, aquí en este condominio no se hace nada sin que no sepa la cabeza. A… cualquier protesta, cualquier e… m… publicidad tiene que saber la cabeza.” (Mujer, 50 años, Campo Norte)

La segunda metáfora planteada, es la que identifica a la organización como un equipo deportivo: “Siempre en un grupo tiene que haber alguien que dirija. Eso lo vemos, por ejemplo en un equipo de básquetbol, ahí son cinco (…) existe un capitán, es el que reclama contra el árbitro, esa es la persona que se supone tiene el apoyo de todos los compañeros, y la resolución que él tome los demás lo van a apoyar” (Hombre, 56 años, Campo Norte). En este caso también encontramos que se le otorga relevancia a las partes, referidas a la función que ocupan dentro del grupo o en este caso del equipo. Sin embargo, además de esto, creemos que esta metáfora funciona como figura gráfica de cómo entienden el conflicto. Se lo plantearían como un juego entre dos equipos y en donde además existe un árbitro. Como veremos más adelante, quienes conforman el grupo opositor tienen presente que las reglas del juego pueden verse quebradas por uno de los equipos y que la determinación de la sanción es responsabilidad del árbitro o juez.

Este último pasaje nos revela, además, otras temáticas presentes en el grupo opositor. En particular la metáfora deportiva va un paso más allá de la metáfora biológica antes identificada. Dicha metáfora biológica lo que hace es justificar el porqué de la organización, de la forma que esta es utilizada por el grupo opositor, al mismo tiempo que le entregan funciones a cada parte del grupo o cuerpo en este caso. En cambio la metáfora deportiva lo que hace es identificar a las partes en disputa, pero además, enmarca la dinámica del conflicto en una serie de normas, en una lógica de operación específica. De esta manera, sostenemos que poseen dos representaciones claras de la organización de oposición, del grupo y del mismo conflicto, lo que les permite otorgarle un significado a toda la situación que experimentan. Estas representaciones actúan como generadores de sentido del mundo circundante en que se desenvuelven los asociados.

Habiendo dado cuenta de que el grupo opositor se articula utilizando la institucionalidad existente en los condominios y que a la vez, producto de la circunstancias particulares de esta oposición, se van otorgando nuevas funciones además de las que esta institucionalidad ya tenía; y que junto con esto aparecen formas de hacer significativa para los actores esta organización, mediante las metáforas antes mencionadas, es momento de revisar cuáles son las motivaciones que están en la base del grupo opositor.

 

MOTIVACIONES PARA LA ACCIÓN

Como ya lo planteamos más arriba, cuando nos referimos a las motivaciones hay que distinguir dos formas que adopta esta, motivaciones “porque” y motivaciones “para”. A continuación hemos de referirnos al primer tipo de motivaciones.

 

Motivaciones “porque”

Debemos dar cuenta de la existencia de dos tipos distintos de motivaciones “porque”, que los miembros del grupo opositor establecen como el fundamento de su acción.

En primer lugar encontramos las relacionadas al cambio de residencia que los actores, involucrados en el rechazo a este proyecto, plantean. Estas pasan a conformar la base fundamental por la que se articula el rechazo. Observándose que una de las razones que determinan, de manera transversal, el cambio de residencia es la búsqueda por cumplir el anhelo o el sueño de la casa propia: “E… (10 segundos) E… Esta es mi casa propia. El sueño de todo ser humano (…) me vine a vivir a ella. A mi casa propia” (Mujer, 50 años, Campo Norte). Sueño que se ve complementado por la búsqueda de un lugar que reúna ciertas características y condiciones que para ellos no están satisfechas en sus antiguos lugares de residencia, las que están profundamente relacionadas con la forma y el estilo de vida que quieren tener.

Cabe hacer notar que la consecución de la casa propia no sólo significa para los entrevistados la adquisición material de esta, sino que depositan en aquella las expectativas de materialización del proyecto de vida que han trazado:“Porque la verdad es que yo he hecho mi proyecto de vida y tengo mi casa modificá’ e invertido mucho aquí… mi familia aquí en este momento están llegando mis nietos… me están destruyendo mi proyecto de vida (…) yo creo que también por eso la gente está luchando y… la idea aquí no era estar por un tiempo (…)” (Hombre, 52 años, Campo Norte). Como se ve en este fragmento, una de las motivaciones “porque”, esto es, las razones que fundamentan la acción de rechazo al proyecto entre los asociados, se basa en la defensa de su proyecto de vida.

Como antes se estableció, el proyecto de vida no es tan solo la adquisición de una residencia definitiva, sino que aparejado a esto, se considera la búsqueda de un espacio particular donde aquella se localice, el que debe poseer ciertas características buscadas por los entrevistados. Una de estas se refiere a entornos con abundante vegetación, al mismo tiempo, estos entornos con vegetación o extensas áreas verdes son relacionados por los entrevistados con la idea de tranquilidad. La presencia de estos dos factores a la vez se vuelve, entonces, determinante en la elección del lugar de residencia, como bien lo declara un entrevistado: “(…) elegí un barrio que estuviera tranquilo, eh… que me permitiera… recorrer lugares… eh… aquí precordillera. Me gusta mucho la vida al aire libre, el trote. Aquí el club de campo al que nosotros tenemos acceso. Y principalmente buscando tranquilidad” (Hombre, 52 años, Campo Norte).

Al no poder encontrar la conjugación de tales factores en otros conjuntos habitacionales, es que deciden trasladarse a las proximidades del límite urbano trazado para Santiago. Este es un punto fundamental para los objetivos de nuestra investigación. Lo que encontramos acá es el intento conciente por parte de un conjunto de habitantes de Santiago, quienes de manera individual buscan residir en barrios jardín sub-urbanos.

Si revisamos la historia de los barrios jardín sub-urbanos, comienzan a ser planificados de manera análoga a lo que se conoce en la literatura como ciudad jardín. Esta vio la luz a principios del siglo XX, en la Inglaterra victoriana, en donde los planificadores urbanos al notar las problemáticas que la industrialización había generado en el ordenamiento territorial de las grandes ciudades, como Londres, Liverpool o Manchester, deciden generar alternativas de vivienda sustentable separadas de la ciudad por grandes cordones de vegetación. Lo que se buscaba con esto era conjugar, como los mismos planificadores de la época señalaban, el entorno puro del campo con los beneficios económicos que la industrialización generaba en las ciudades. Típicamente estas se constituían en base a 5.000 viviendas que estuviesen conectadas adecuadamente con la ciudad, generalmente se constituyeron cercanas a las líneas férreas. Además estas estaban pensadas para que las clases trabajadoras pudiesen residir de manera digna. Sin embargo, y de manera creciente, estas comunidades fueron utilizadas por los sectores medios de la sociedad británica. Teniendo en consideración esto, es que podemos inscribir a los conjuntos residenciales donde se generó la oposición, dentro de la tendencia actual de los suburbios como barrios jardín sub-urbanos, tradición que posee larga data.

Así, y considerando lo señalado más arriba, cuando nos referimos al desarrollo del uso del suelo en la comuna de Peñalolén, vemos que nuestro caso se inserta en dos tendencias fundamentales, por un lado en la que dice relación con la utopía de la ciudad jardín y, por otro lado, la que lo inserta en el desarrollo de la mancha urbana a partir de la década de los ´90, en especial la tendencia del desarrollo inmobiliario que concentra su crecimiento en las comunas del sector oriente de Santiago60.

En segundo lugar encontramos como motivaciones “porque” las sensaciones que provoca el proyecto entre los asociados. De igual forma que en el cambio de residencia, estas sensaciones son transversales en los vecinos y además determinan el porqué de su rechazo.

Es por esto que entre los entrevistados, la posibilidad de la instalación de una planta de gas propano-aire, provoca un profundo sentimiento de temor frente a las consecuencias que esto podría tener para sus vidas. Pero este miedo no solo se refiere a la instalación futura de este proyecto. La sola idea del emplazamiento de una planta de gas en las cercanías de sus casas, en el patio trasero de su casa, provoca el quiebre relativo de su proyecto de vida. Esto queda claro al observar lo que sintió uno de los entrevistados al enterarse de este proyecto: “(…) ese día no dormimos, si te preguntas cuáles fueron las sensaciones vimos que esto iba de verdad, en términos de que la empresa quería hacerlo, y ¡na poh! te arruinan de un día a otro” (Hombre, 37 años, Campo Norte). Como se desprende de este fragmento, desde el mismo día en que se enteran de la posible instalación de la planta, los asociados se comienzan a cuestionar si es que podrán llevar a cabo su proyecto de vida.

Las motivaciones “porque”, como ya se sabrá, son las que nos permiten entender las motivaciones “para”, que en nuestro caso en particular, se encuentran profundamente entrelazadas. En otras palabras, sería imposible tratar de entender estas últimas, sin haber previamente explicado las motivaciones “porque”, ya que estas proveen el sustento necesario para que aquellas se puedan manifestar y mantener.

 

MOTIVACIONES "PARA"

Estas motivaciones dicen referencia, como ya se expuso en el apartado conceptual, al estado futuro de cosas que se desea alcanzar. Por tanto debe ser entendido como el objetivo último de la acción emprendida. En el caso del grupo opositor aquí abordado, lo que buscan es poder restituir el estado de cosas existente antes del surgimiento de este proyecto. Como lo señala una entrevistada, lo que buscan con el rechazo es: “(…) el vivir en paz, ese es el punto, el objetivo es vivir en paz, ese es el fin último, este es el lugar que escogimos” (Mujer, 54 años, Arrieta). Por tanto debemos entender, y como nos plantean los mismos entrevistados, que la finalidad del rechazo es impedir la construcción de la planta de gas. Si bien, como lo señalamos, la sola idea de la planta perturba el proyecto de vida de los vecinos, sería su materialización la que provocaría el quiebre definitivo en dicho proyecto de vida.

Lo que buscan a través de ciertas prácticas que reflejan las motivaciones “para”, es lograr detener la implementación del proyecto de Metrogas. Sin embargo este rechazo lo hacen circunscribiéndolo al espacio común que comparten y habitan. De esta forma se entiende que todos los entrevistados estén de acuerdo al momento de establecer la necesidad de la planta, “pero no en la precordillera” como recurrentemente lo señalaban los entrevistados. Y del mismo modo se entiende que utilicen el caso de Metrogas para oponerse a cualquier tipo de industria en la precordillera: “(…) si hoy es Metrogas, mañana puede ser EMOS, o pasado puede ser cualquier cosa… a mí lo que me molesta de partida y que voy a rechazar siempre, es que se ponga cualquier planta industrial ahí (...)” (Mujer, 40 años, Campo sur). A raíz de este pasaje podemos hacer referencia a un tema fundamental de nuestra reflexión, el que dice relación con la conceptualización que de los LULU se hace. Como ya lo hemos planteado con anterioridad, las definiciones que de LULU existen en la literatura, permiten que cualquier tipo de equipamiento sea considerado por un grupo determinado como localmente no deseado. Teniendo en consideración lo que los entrevistados señalan, creemos que esta apertura en la definición del concepto es apropiada, si es que sólo se tiene en consideración la perspectiva de los vecinos que rechazan tales instalaciones.

Además de esto, la misma entrevistada nos muestra otra de las aristas que acarrea las motivaciones “para”, la evaluación futura del sector a partir de la situación actual experimentada: (...) me afecta porque van a transformar lo que es el cerro, por que sienta un precedente jurídico horrible pa’ que después se llene de industrias. Porque si ya le han abierto la puerta a una, cómo se la van a cerrar a las demás, ¿te fijas?” (Mujer, 40 años, Campo Sur). El miedo, temor y sensación de indefensión que provoca la idea de la posible instalación del proyecto, actúa luego en la elaboración de las percepciones futuras que del sector y de su vida generan los vecinos.

Esto quiere decir que las motivaciones “porque” son las que explican en gran medida las motivaciones “para” y las representaciones que del sector se hacen. En este caso, se lo comprende como un espacio que habrá de convertirse en una suerte de polo industrial. Incluso recurren a figuras cinematográficas para expresar la forma en que le otorgan los significados al espacio futuro que habitarían: “(…) y yo me imaginaba que iba a ser… con la planta ya hecha, iluminada de noche, un monstruo, un barrio así lleno de chimeneas, una cuestión como Blade Runner, digamos (…)” (Hombre, 51 años, Campo Sur). Aquí encontramos un ejemplo de las aprensiones que genera la posible instalación de la planta, lo que provoca a su vez la aparición de representaciones del tipo señalado. La representación futura del sector está, entonces, determinada no tan solo por el miedo a la construcción de la planta, sino lo que esto podría provocar: según la perspectiva de los vecinos, la llegada de nuevas empresas. Esto contribuye a comprender el hecho de que se mencionen otros tipos de industrias como símiles a Metrogas.

Entendiendo los significados ligados al espacio que generan los vecinos, es que se comprenderán también las estrategias que emprenden para conseguir su objetivo final establecidas por sus motivaciones “para”.

 

ESTRATEGIAS DE ACCIÓN

Es fundamental, como en los apartados anteriores, establecer las distinciones propias que se producen al interior de las estrategias, para poder así comprender el fenómeno de oposición a la instalación de un equipamiento localmente no deseado.

 

Visibilización

En primer lugar encontramos la estrategia de visibilización de su oposición, hacia el resto de la sociedad. Para ello utilizan un mecanismo fundamental, a saber: la aparición en los medios. Y para lograr aquello es central la realización de distintas actividades, siendo una de las más importantes llevar a cabo protestas. Estas se realizan con el fin específico de lograr la publicidad que como grupo creen necesitar: “Salimos en la televisión, buscamos en las noticias, queremos nosotros estar presente, para que la gente no se olvide que Metrogas miente” (Mujer, 51 años, Campo Norte). Como se ve, esta estrategia contempla el posicionamiento de uno de sus discursos en la opinión pública, esperando lograr el apoyo generalizado a su causa por parte de la sociedad. Debemos especificar que en términos cronológicos o fases de la oposición, el uso preponderante de esta estrategia caracteriza a las etapas iniciales del conflicto.

Esta necesidad de publicitar su oposición y los argumentos que para ella tienen está basada en la propia creencia que estos tienen sobre cómo el resto de la sociedad los percibe a ellos. Lo que buscan es legitimar de alguna forma frente al resto de la sociedad el ejercicio de su rechazo.

 

Apoyo político

Una segunda estrategia que se puede hallar, es la que busca obtener el apoyo de diferentes autoridades políticas. En ésta, que se da de manera casi conjunta con la antes mencionada, realizando exposiciones frente a distintas comisiones del congreso y otras autoridades que ellos consideran relevantes en el conflicto. En esta etapa a lo que se recurre es a la activación de los capitales sociales que los participantes del grupo opositor poseen. “(…) están todos los diputados, y conversas y les vendes la pomada de que el impacto, y café y galletas, y te apoyan y lindas palabras… entonces tú crees que vamos a ir a conversas para que se…pero ellos te dicen “todo muy bonito, pero nosotros no podemos hacer nada, porque la ley tiene que seguir su trámite” (Hombre, 54 años, Campo Norte). Sin embargo, dicho apoyo pierde importancia una vez superada la primera parte de la historia del conflicto, como lo exponen las autoridades a las que el grupo opositor recurre. En esa instancia es que los asociados se apropian de la siguiente estrategia a utilizar.

 

ACCIONES LEGALES

Es aquí que encontramos la aparición de la estrategia legal, que a la postre será la que mayor relevancia posee para los asociados en el ejercicio de la oposición, por sobre las otras dos. Esta estrategia consiste en la utilización de todos los mecanismos que la ley establece para impedir que el proyecto progrese. Incluye un amplio ámbito de actividades, como lo son la utilización en primera instancia de los canales de participación que las autoridades competentes han establecido, los distintos recursos ante los tribunales y por último requerimientos en la Contraloría General de la República: “nosotros por ejemplo se la entregamos [ficha de observación] a cada uno de los propietarios y arrendatarios o gente que vive en las calles aledañas, a los tres condominios. Entonces tú tienes que contestar por qué te opones a la planta… y una serie de consultas. Bueno todo eso se hizo conforme a la reglamentación que tiene la CONAMA y logramos llenar dos mil y tantas fichas” (Mujer, 51 años, Campo Norte).

Esta es una estrategia que se da de manera constante en el transcurso de la oposición, a diferencia de las otras dos restantes, que reaparecen de manera esporádica en ciertos momentos. Además, esta posee un significado especial para los asociados. Como hicimos notar al referirnos a las representaciones que del grupo y la oposición generan los asociados, mostramos cómo comprenden la existencia de reglas y normas que rigen el conflicto. Al observar que lo que ellos consideran triunfos son obtenidos en el terreno jurídico, le otorgan un significado especial y superior a “la batalla legal”, como ellos mismos han nombrado al último periodo experimentado.

Hasta el momento hemos establecido cómo las distintas motivaciones se relacionan con las estrategias adoptadas para ejercer la oposición por parte de los vecinos. Sin embargo es necesario dar cuenta de los discursos que se ponen en juego, que sustentan estas estrategias y que permiten comprender de manera más coherente las motivaciones expresadas por los entrevistados.

 

DISCURSOS EN JUEGO

DISCURSO ANTI-URBANO

Como ya se podrá haber notado cuando nos referimos a las motivaciones “porque” y “para” haciendo referencia al ideario de la ciudad jardín presente en tales motivaciones, encontramos que uno de los discursos fundamentales entre estos asociados es el del anti-urbanismo. Este dice relación con una ideología en la que, y generalmente por contraposición al campo, se ponen de relieve las problemáticas propias de las grandes ciudades contemporáneas61. Dentro de esta, es posible identificar cuatro vertientes esenciales: la crítica al suburbio; a la discriminación y desigualdad en la ciudad; a la ciudad como nodo central del capitalismo alienante, y a la contaminación de la gran ciudad62. Claramente es en esta última vertiente en que se inscribe el discurso anti-urbano del grupo opositor aquí estudiado.

Un primer acercamiento de esta crítica a la ciudad la descubrimos hace un momento en la idea de barrio jardín suburbano en que el conjunto habitacional referido se encuentra inserto. Sin embargo nos parece apropiado precisar algunos puntos al respecto, específicos del discurso generado por los vecinos.

Para ellos, la ciudad aparece como un lugar en el que la contaminación generada por el desarrollo económico hace imposible llevar a cabo su proyecto de vida. Es el caso que nos muestra el siguiente pasaje: “(…) la polución ambiental…tú dejabas un libro abierto y al día siguiente le pasabas el dedo y te quedaba lleno negro de hollín... así que eso fue lo que nos echó (…)” (Mujer, 54 años, Arrieta). Son por las mismas características que la ciudad posee, que los entrevistados declaran que se sienten obligados a desplazarse lejos de su lugar anterior de residencia. Y por este mismo hecho es que, en la búsqueda de un nuevo hogar, será determinante identificar un espacio con características opuestas a las que se presentan en la ciudad, las que, para el caso del grupo opositor aquí estudiado, se ven satisfechas en la idealización del campo.

Siempre se encuentra presente en los vecinos la idea de la vegetación, alejada de la ciudad: “lo que uno ve acá, lo que mira son cerros achaparrados, con flora nativa, ¿te fijas? Y ellos, “no, si esto no va a interferir, incluso va a quedar más bonito”. Entonces ellos piensan que con pavimentar toda la ciudad y plantar cinco o seis plantas es suficiente, ¿te fijas? A mí me afecta la parte ecológica, porque a mí me gusta la cordillera tal como es, ojalá, por mí, si no fuera por la distancia pudiera vivir en el Cajón del Maipo, en una cosa más natural, yo me muero viviendo en el centro, lleno de departamentos, no es mi estilo de… La gente me dice “oye, pero tú vives tan lejos”, pero tú llegas, y miras por la ventana de tu pieza, ves la cordillera, ves la ciudad, y te relajas como si estuvieras en una parcela, estando en la misma ciudad”. (Mujer, 40 años, Campo Sur). En este decidor pasaje, nos encontramos con dos ideas centrales propias y típicas del discurso anti-urbano. Por un lado, se establece por oposición valoraciones superiores hacia el campo, la vida rural o rodeada de vegetación, en detrimento de la vida en la ciudad63. En específico, hay una marcada crítica a las edificaciones en altura, forma de expansión del mercado inmobiliario en los últimos años para la ciudad de Santiago.

Por otro lado, nos refleja que si bien se encuentran apartados de la ciudad en un entorno de naturaleza, esto no es suficiente naturaleza para ellos, lo que dice relación con la profunda valoración que poseen de la vida fuera de la ciudad. Vida que ellos mismos eligen, de manera voluntaria, lo que nos hace pensar en que esta es una forma más de autosegregación que los grupos de mayores ingresos económicos poseen como mecanismo de separación de las otras capas de la sociedad64. Sostenemos pues, que esta es una forma de materializar en el espacio un conjunto de críticas y aprensiones que este grupo posee sobre la ciudad.

Siguiendo en el discurso anti-urbano, el caso estudiado nos muestra cómo reaparece la vieja discusión sobre la segregación espacial de las distintas actividades. Históricamente los grupos humanos, en mayor o menor grado, han distribuido de manera diferenciada y excluyente en el espacio las funciones de habitación, producción y depósitos de desechos65. Y esto lo hacen notar los partícipes del grupo opositor, dado que plantean una y otra vez que la planta de gas representa una actividad productiva altamente peligrosa según la normativa vigente, no pudiendo ser emplazada en un espacio cuyo uso de suelo está destinado para la habitación: “Difícilmente nos podemos oponer a una planta de respaldo para la ciudad de Santiago, eso no es el tema. Lo que nosotros nos oponemos, es que se construya acá, en una zona de la precordillera en donde pasan tantos parques, donde hay riesgo y donde está cerca de… los vecinos… a doscientos metros. Las normas internacionales dicen que a lo menos dos mil seiscientos metros deben estar instaladas estas plantas y en un barrio industrial” (Mujer, 50 años, Campo Norte). En relación a aquello se debe destacar la forma en que, a través de este discurso, se constituye el anti-urbanismo como una suerte de discurso de la separación espacial66. De hecho este pasaje, antes expuesto, refleja la profunda centralidad que le otorgan a la zonificación los asociados. Esta consiste en la segregación de “zonas mono-funcionales y socialmente homogéneas y excluyentes” (Ídem, 27). En nuestro caso particular hay una defensa por este mecanismo de administración del territorio.

Como ya lo mencionamos este no es el único discurso que poseen los asociados. Además del ya abordado, encontramos un segundo referido a la posición del gobierno.

 

Discurso político-administrativo crítico

A diferencia del discurso anti-urbano antes expuesto, que precede al conflicto y que se puede remontar a las razones del cambio de residencia, este segundo discurso es construido a partir del conflicto en y por el espacio en que se ven envueltos los asociados.

Este discurso posee diferentes aristas, siendo una de ellas la que se refiere de forma crítica a la posición que el gobierno ha presentado frente a este conflicto. En consideración de aquella, el grupo opositor plantea una constante ambivalencia en la posición que frente a esta situación ha desarrollado el gobierno. En este sentido establecen que éste no ha actuado de la manera que ellos consideran correcta. Esta percepción los ha llevado a plantear cosas como: “Tú has escuchado al ministro Tokman, parece vocero de Metrogas” (Hombre, 37 años, Campo Norte). Esta frase condensa varias de las críticas que el grupo opositor plantea hacia el gobierno. Por un lado, destacan lo inapropiado del apoyo que el gobierno ha dado al proyecto de Metrogas, considerando los argumentos que estos han expuesto a la autoridad, particularmente cobra relevancia la idea de zonificación que estos plantean y que ha sido abordada anteriormente.

Además de esto, la cita refleja una evaluación particular que del conflicto tienen los asociados, específicamente a cómo se ordenan las posiciones de los actores dentro del conflicto. En otras palabras, estos distribuyen a los distintos actores involucrados en dos bandos, por un lado está el gobierno y Metrogas, y por otro está el grupo opositor y las autoridades municipales. De esta forma se entiende que para los asociados, no hay diferencias entre la posición que frente al conflicto tienen el gobierno y Metrogas: “(...) el ministro o el gobierno es juez y parte. Él parece vocero de Metrogas, porque… lamentablemente así lo vemos los vecinos. (…) Argentina realmente los tiene hasta aquí, Metrogas y el Gobierno no le pueden cumplir a sus clientes. Por lo tanto, esto va a ser un segundo Transantiago” (Mujer, 50 años, Campo Norte). Este fragmento ayuda a reforzar la idea antes expuesta, a saber, que el grupo opositor establece la existencia de dos bandos en que se agrupan los diferentes actores y que refleja su posición frente al conflicto. De esto se desprende que la situación sea representada como una disputa entre actores locales versus actores globales. Debe quedar claro este último punto, dado que es la disputa para ellos la que se ha generado en términos locales versus globales, no así la problemática que para los asociados da razón de ser al proyecto de Metrogas, esto es, el posible desabastecimiento de las comunas que conforman el cono de alta renta de la ciudad.

Por otro lado, encontramos en este segundo discurso la valoración que hacen de la legalidad o de la institucionalidad existente en Chile. Como ya lo mencionábamos más arriba, al hacer referencia a la metáfora deportiva y a la estrategia legal emprendida por los asociados, existe en el discurso de éstos un alto aprecio por la institucionalidad. Lo que sin embargo se ve cuestionado en parte por la experiencia que los asociados han tenido durante el transcurso del conflicto, como se ve en el siguiente pasaje: “Dejad que las instituciones funcionen, déjenlas que funcionen poh, y si hay un organismo como la COREMA, la CONAMA (…) que está por la defensa de los vecinos, porque no llegue una empresa a contaminar, es la labor de ella defender y no apoyar y seguir apoyando aún a pesar de que está en la Contraloría, y la COREMA debería haberle dicho a la empresa “búsquese otro lugar, búsquese otro terreno, aquí no se puede construir”, pero empezaron de nuevo a buscar resquicios legales para poder ver que la empresa eh…cuáles van a ser las acciones a tomar, qué es lo que tiene que decir cada ministerio, para ver si rebate el dictamen de la Contraloría, y no pueden hacerlo, es nuestro único organismo regulador” (Hombre, 56 años, Campo Norte). Para comprender lo antes mencionado sobre la legalidad, tenemos que señalar que el aprecio por esta, la legalidad, no es producto de la forma específica que toma en Chile, sino más bien por la idea abstracta que de ella se tiene. Aquí es donde debemos asociar los discursos del grupo opositor y de los informantes claves. Lo que se encuentra en esta relación es la constitución de una coalición de discurso67. Esto porque tanto las agrupaciones ciudadanas como “Defendamos la ciudad” y “No a Vespucio oriente en superficie”, al igual que el grupo opositor aquí tratado comparten un conjunto de ideas, conceptos y categorías por medio de las que hacen significativos de manera similar el Estado de derecho y la legalidad de los procedimientos. Lo que los une es la valoración por el lugar que posee la legalidad en la administración del territorio. Si bien son críticos de la forma en que ha operado casi la totalidad de las instituciones estatales, continúa existiendo esta alta valoración por la legalidad de los procedimientos, por el Estado de derecho. Lo que hace esta apreciación negativa que los asociados poseen de las instituciones, es reforzar su aprecio por la legalidad, la que para ellos, una y otra vez es violentada por la posición que las mismas instituciones adoptan en el conflicto. Como lo veíamos antes, al hacer mención de los bandos que los asociados distinguen en la disputa, comprenden como una ilegalidad el que el gobierno apoye a Metrogas.

Esta crítica, de lo que ellos sostienen es el irrestricto apoyo por parte del gobierno al proyecto de Metrogas, se entiende de mejor forma si es que consideramos los términos en que se refieren a la empresa.

 

PERCEPCIONES SOBRE METROGAS

Una de las percepciones más importantes que los asociados desarrollan, está relacionada con las críticas a las razones que Metrogas proporciona para localizar la planta de gas en las proximidades de sus viviendas. Como los entrevistados establecen, la razón fundamental que les ha sido entregada para justificar la construcción del proyecto, es que es el lugar indicado por las características que posee, señalándolo además como el único lugar posible en la ciudad de Santiago donde se puede emplazar. Sin embargo, para los asociados las verdaderas razones de esto son de carácter puramente económico. En el decir de una entrevistada: “Mira ellos tienen una planta que está totalmente aceptada y lista para construirse en Puente Alto, pero les sale muchísimo más caro bombearlo desde ahí que bombear desde acá, obviamente, entonces…ellos se están ahorrando plata, que nosotros no tenemos por qué pagar” (Mujer, 54 años, Arrieta).

Por otro lado, se plantean de manera crítica con respecto a los argumentos técnicos del proyecto, esgrimidos por la empresa. Fundamentalmente, estas críticas hacen referencia a los procedimientos y estudios llevados a cabo por Metrogas que les permitirían sustentar su posición. Es por esto que el grupo opositor basa su forma de oposición en torno a la crítica de tales estudios. En este sentido es que toma relevancia los conocimientos de techné que poseen a su disposición el conjunto de asociados. Por este mismo hecho y como antes ha sido señalado, quienes tienen tales destrezas y saberes adquieren relevancia y mayor prestigio dentro del grupo opositor.

Como lo mencionamos hace un momento, esta percepción que de los argumentos y de la propia empresa poseen, refuerza en el grupo la sensación de desamparo frente al proceso de toma de decisiones, lo que se explicaría por la forma en que conciben la función de las instituciones del Estado. Al comprender esta institucionalidad como defensora de los derechos de los ciudadanos, el apoyo que para ellos ha expresado el gobierno a la empresa es lo que los lleva a señalar que la institucionalidad no funciona como es apropiado, al mismo tiempo que los incita a representarse el conflicto con los dos bandos antes mencionados.

 

CONCLUSIONES

Teniendo en consideración lo antes expuesto, hemos de presentar de manera esquemática la respuesta a nuestra pregunta y objetivos.

En primer lugar, en lo que se refiere a las estrategias adoptadas por el grupo opositor, debemos señalar que estas dependerán de las etapas o fases en que la oposición se encuentre. Los asociados, mediante el ejercicio de su rechazo, aprenden que el conflicto posee diferentes momentos a los que ellos asocian diferentes estrategias y actividades a realizar, en pos de la consecución de sus objetivos. En un primer momento, sólo poseen atisbos de lo que necesitan para poder guiar su oposición, lo que cambia en el transcurso del conflicto. Es decir, lo que sucede aquí es una experiencia de “aprender haciendo”. Este conocimiento adquirido sobre el ejercicio de la oposición, con todo lo que ello implica (conocimiento de las lógicas de los medios de comunicación, conocimiento de las dinámicas político-institucionales, incremento de capital social, etc.), creemos, basados en otras experiencias, que no es pasajero. Como lo señalaron en reiteradas ocasiones, los conocimientos adquiridos pueden y serán utilizados en otras instancias de oposición que ellos consideren relevantes. Este hecho también ha sido tratado por la literatura internacional, como lo señala68, quien establece cómo un grupo de activistas medioambientales y ciudadanos construyeron extensas redes sociales entre distintas ONG y comunidades locales a través de la oposición a una carretera interurbana. Al mismo tiempo que estos construyeron las redes se introdujeron en el mundo de las tomas de decisiones, aprendiendo cuál es el ciclo por el que estas pasan.

Por otro lado, debemos señalar que estas estrategias se encuentran en sintonía con las generadas en otras oposiciones locales presentes en la literatura internacional69 70. Por tanto creemos en la posible existencia de un conjunto de fases estructuradas comunes en todos los casos de oposición local, argumento que esperamos reforzar mediante la revisión acabada de otras experiencias.

Ahora bien, en términos analíticos, es posible por tanto dar cuenta del momento en que se encuentra el conflicto poniendo atención a la estrategia principal que es utilizada al momento de realizar la observación. Como se desprende de lo ya dicho, existen múltiples estrategias sustentadas cada una de ellas en diferentes actividades, las que se encuentran enfocadas en distintos objetivos estratégicos que los asociados trazan.

En relación a los discursos en juego, debemos señalar que si bien existen dos discursos claramente identificados, éstos no actúan de manera separada. Por el contrario, se refieren mutuamente de manera constante. Es el caso, por ejemplo, de la defensa a la idea de zonificación presente en el discurso anti-urbano de los vecinos, el que contiene también una crítica a la forma de toma de decisiones y de la posición que el gobierno posee.

Las distinciones entre los discursos se basan en los fundamentos que sustentan tales posiciones. Dado que el discurso anti-urbano se encuentra presente desde antes del surgimiento del conflicto, rastreándose hasta las motivaciones, a diferencia del político administrativo crítico, el que sólo cobra relevancia ante la situación experimentada. Vemos pues, cómo el conflicto gatilla el reforzamiento de uno y la aparición del otro de los discursos, los que se refuerzan entre sí. Por lo tanto, los discursos presentes dependerán de factores propios del grupo y las características que posea el conflicto mismo, el que está basado en la disputa por y en el espacio.

En cuanto a las motivaciones que poseen los vecinos para articular una oposición, debemos señalar que efectivamente se encuentran en la base de las estrategias adoptadas. Esto, dado que tanto sus motivaciones “porque” y “para” consideran la defensa de su proyecto de vida, el que hace referencia de manera fundamental al espacio compartido por ellos, un entorno de vegetación. Como lo planteamos en nuestro objetivo, estas motivaciones se ven reflejadas en el discurso anti-urbano presente entre los opositores. La defensa ecológica estaría entonces tanto en las motivaciones como en el discurso, y en este último se refuerza aun más. En este sentido cabe precisar que dentro de este grupo opositor, como en todos los identificados por la literatura, se da la agregación de intereses y motivaciones, ambos individuales, los que son retraducidos en términos de la colectividad71. De tal forma es que se logra hacer significativa la participación de los vecinos en la oposición, dándole una justificación a la existencia del grupo que no se limita a los intereses individuales, aunque estos estén en la base de la constitución del grupo.

En relación a nuestra preocupación por los significados presentes en las estrategias y discursos, debemos señalar que uno de los centrales es el que hace referencia al proyecto de vida de los vecinos. La importancia de los significados asociados a éste radica en que el resto de los significados asociados a las estrategias o discursos son subsidiarios de aquel. Esto, porque al estar determinadas las estrategias por los motivos que mueven a la acción, y al presentar los discursos dichas motivaciones, se comprende que los significados referidos al proyecto de vida sean los fundamentales.

Además debemos especificar que todos los significados que le otorgan a las distintas etapas y factores de oposición inciden en la forma en que insertan ésta en el contexto de la disputa. Lo que hacen es otorgarle coherencia y sentido a las acciones que ellos desarrollan en el mundo de la vida. Por ejemplo al representarse los asociados como un equipo deportivo o como un cuerpo, permite crear sentido en cada uno de los participantes de este grupo opositor.

Planteamos en un comienzo nuestro interés por identificar las diferencias presentes en las dinámicas existentes al interior del fenómeno estudiado en relación a factores sociodemográficos. Pues bien, sobre la variable sexo debemos señalar que al constituirse estrategias genéricas y al presentar nuestros entrevistados sin distinción los mismos discursos, no existen diferencias basadas en esta variable entre los participantes de esta oposición. Sin embargo, lo que si podemos encontrar son distinciones de actividades entre ellos. Claramente las labores directivas son llevadas a cabo por hombres, del mismo modo que las actividades de corte intelectual (análisis de informes técnicos de Metrogas, análisis de las resoluciones judiciales, desarrollo de estudios propios sobre el tema, etc.). Si bien es cierto que todos los entrevistados, sin distinción de sexo, tienen conocimiento sobre los aspectos técnicos fundamentales del proyecto de Metrogas o de las resoluciones judiciales, entre otras cosas, son hombres quienes generan y realizan las exposiciones sobre aquellos temas para masificarlos al interior del grupo opositor. Mientras que la participación que las mujeres tienen al interior del grupo está orientada a colaborar mediante la realización de diferentes actividades supervisadas por las directivas, lideradas por hombres.

Con respecto a nuestra hipótesis primaria, referida a la relación existente entre la percepción de los riesgos ambientales y la construcción que del espacio tienen los asociados, debemos señalar que la relación entre tales variables es un tanto espuria, de la manera en que es planteada en nuestra hipótesis.

Al hacer la contrastación empírica de ésta, descubrimos que las aprensiones generadas por los riesgos medioambientales se mezclan con la perspectiva medioambientalista presente en el discurso anti-urbano. Es decir, la percepción de riesgos ambientales sí incide en la conformación simbólica del espacio que el grupo opositor posee. Esto lo realiza a través de las motivaciones que guían a la acción, por tanto la afirmación correcta es que la percepción de riesgos medioambientales al ser una motivación “porque” de la acción, también influirá en la generación del grupo opositor, esto es, de un fenómeno NIMBY.

Por último, quisiéramos hacer unas reflexiones en torno al tratamiento que han recibido los fenómenos NIMBY y LULU. A raíz de nuestra investigación podemos concluir lo inadecuado de las conceptualizaciones que de estos dos conceptos existe en la literatura. Lo que hay en ellas es una generalización gratuita de fenómenos profundamente arraigados en factores locales. Es a esto a lo que nos referíamos al principio de este trabajo cuando hablábamos de la arbitrariedad de la definición. La discusión sobre los usos del suelo localmente no deseado pareciera que olvidase por completo el factor local de tal rechazo. Es así que se consideran como no deseados per se cierto tipo de equipamientos. Los vertederos, equipamientos ampliamente identificados en la literatura como no deseados, en ciertas ocasiones no han desarrollado una oposición a su implementación. Por el contrario, han sido recibidos por las comunidades en donde se emplazan con beneplácito72 73.

Por tanto sostenemos que si se quiere seguir utilizando estos dos conceptos de manera adecuada para el análisis, se debe tener una definición amplia de lo que es un uso del suelo localmente no deseado, que permita que solo cuando se haga evidente la existencia del fenómeno NIMBY se pueda nombrar a un equipamiento como LULU, antes de eso no es nada más que un equipamiento como cualquier otro.

 

Notas

1 Este artículo presenta los resultados de la investigación llevada a cabo durante el año 2007 para egresar de Licenciatura en Sociología. Los autores agradecen los valiosos aportes realizados por Andrea Cerda, Alejandra Rasse y Maite De Cea en el transcurso de la investigación.

4 Vargas, 2003

5 Bosque Sendra et al., 2001

6 Lerda y Sabatini, 1996

7 Been, 1994

8 Sabatini y Wormald, 2004

9 Sabatini, Wormald y Contreras, 2004

10 Baño, 1985

11 Wacquant, 2006: 156

12 Ibíd.

13 Bosque Sendra et al., 1999

14 Gibson, 2005

15 Takahashi, 1997

16 Gaber, 1996

17 Dear, 1992

18 Lake, 1996

19 Been, 1994

20 Stell, 2005

21 Hunter, 2000

22 Iglesias, 2002

23 DeBerri, 1999

24 Carey, 1997

25 Recomendamos, por ejemplo, visitar el sitio web de la fundación Safe Havens, http://www.safehavensinternational.org, así como también http://www.bettercommunities.org, en donde se encontrará la conocida publicación The NIMBY report, destinada a dar a conocer las trabas y problemáticas que los gestores tienen para llevar a cabo los proyectos en todo USA y Canadá. Estas dos instituciones son un buen Proxy de la institucionalidad y relevancia que ha alcanzado la discusión en torno al uso del suelo en esos dos países.

26 Pick, 1993

27 Robin, 1990

28 Klein, 1990

29 Para esto recomendamos el sitio web del Community & Enverionmental Defense Service http://www.ceds.org

30 Bosque Sendra et al. 2001: 90

31 Lanzetta, 1998

32 Rojas y Yañez, 2006

33 Kraft, Clan, 1991

34 Groothuis y Miller, 1994

35 Ibid.

36 Schutz y Luckmann, 2003

37 Peritore, 1975

38 Salmon en PNUD, 2000: 110

39 Valenzuela y Cousiño, 2000

40 Hirst, 1994

41 Schutz, 2003b: 41

42 Ibid

43 Schutz y Luckmann, 2003

44 Ibid

45 Schutz, 2003b

46 2003a

47 Lanzetta, 1998

48 Schutz y Luckmann, 2003. op. cit

49 Rizo, 2006

50 Schutz, 2003a. op. cit

51 Schutz, 2003a: 87

52 Schutz y Luckmann, 2003

53 Durkheim, 1992

54 Ibid: 10

55 Valera y Pol, 1994

56 Ducci, 2002

57 Pesci, citado en Ducci 2000

58 Valles, 2000

59 Hall, 1996

60 Ducci, 2000

61 Sabatini, 1999

62 Sierralta, 2004

63 Ibid

64 Sabatini, 1999

65 Catton y Dunlop, 1979

66 Sabatini, 1999

67 Hajer, 1993

68 Whelan, 2001

69 Ibid

70 Kraft y Clary, Op cit

71 Dávila, 1994

72 Sabatini y Wormald, 2004

73 Groothuis y Miller, Op. cit

 

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Fecha de Recepción: 28.03.08
Fecha de Aceptación: 11.10.08