doi 10.4067/S0718-83582015000100005

 

Cultura y hábitat residencial: el caso mapuche1

Culture and residential habitat: the case of the Mapuche people1

 

Orlando Sepúlveda Mellado2, Fernando Vela Cossío3

2 Chile. Dr. en Arquitectura y Urbanismo. Director Instituto de la Vivienda, Facultad de Arquitectura y Urbanismo Universidad de Chile.

3 España. Dr. en Geografía e Historia. Arqueólogo. Profesor titular adscrito al Departamento de Composición Arquitectónica de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid.


Resumen

En el artículo se propone un enfoque metodológico para identificar el hábitat residencial del habitante según su cultura, en este caso, del mapuche. Para esto fue seleccionada una muestra de pocas familias asentadas en el sector de Chomío, perteneciente a la Comuna de Padre Las Casas, ubicado a 10 km al sur oriente de Temuco. La investigación utilizó conceptos actuales de las ciencias humanas sobre cultura, después de haber comprobado que la arquitectura emplea conceptos obsoletos4.. En la investigación fue posible distinguir las siguientes realidades sobre el pueblo mapuche que se relatan en el desarrollo del presente artículo:

Gran cohesión afectiva entre los integrantes de las familias mapuches.

Existencia de una acentuada rigidez huinca sobre la cosmovisión mapuche.

Reconocimiento español al pueblo mapuche como “Nación Independiente” mediante la Real Cédula dictada por el Rey Felipe lV en el año 1643. Sin embargo 249 años después, Chile con sólo 62 años de vida independiente, destruye la organización socio-cultural de la Nación Mapuche y la historia no ha sincerado a la posteridad la autenticidad de los principios y realización del plan que impulsó esa acción denominada hasta el presente, “Pacificación de la Araucanía”.

PALABRAS CLAVE: HÁBITAT RESIDENCIAL, INTERPRETACIÓN CULTURA, COMUNICACIÓN SIMBÓLICA.


Abstract

This paper proposes a methodological approach to identify the residential habitat of inhabitants according to their culture; in this case that of the Mapuche people. To this end, a sample of a few families settled in Chomio, located in the Commune of Padre Las Casas, 10km southeast of Temuco were selected. The study used human science concepts of culture having determined that local architecture employs obsolete concepts. Such an approach allowed us to identify the different realities of the Mapuche people, described throughout this paper:

High level of emotional cohesion among members of Mapuche families.

A rigid huinca influence on the worldview of the Mapuche people.

The Spanish Crown recognized the Mapuche people as an “Independent Nation” by Royal Decree issued by King Philip IV in 1643. However, 249 years later the newly independent Chile destroyed the socio-cultural organization of the Mapuche Nation. History has not revealed the real reasons underlying the implementation of the plan known to this day as “the pacification of Araucania”.

KEYWORDS: RESIDENTIAL HABITAT, CULTURAL INTERPRETATION, SYMBOLIC COMMUNICATION


 

Experiencia habitacional en Chile

Práctica institucional y disciplinar en arquitectura

La situación habitacional del pueblo mapuche en Chile, adolece de un vacío sobre información arquitectónica, necesaria para concebir el hábitat adecuado, no obstante existir muchos antecedentes sobre sus formas de vida. Sin embargo, la información está recogida aisladamente desde cada disciplina, faltando una visión multidisciplinaria que dé cuenta de la relación entre esas formas de ser del habitante con la espacialidad del hábitat residencial, como así mismo con la tecnología actual que corresponde emplear según la cultura.

Esa información puede ser útil, complementada con observación directa en los lugares en que habita el pueblo mapuche, para registrar sus formas de vida y de comportarse, desde la perspectiva de la “antropología simbólica”, a fin de construir un sistema de información adecuada para la concepción arquitectónica, ligando variables etno-antropológicas con históricas, económicas, etc., en un sistema de integración conducente a comprender en profundidad y amplitud el hábitat residencial actual que le corresponde a la etnia basada en su cultura.

Junto con lo anterior, son conocidas las experiencias habitacionales realizadas para el pueblo Mapuche en varias localidades de la IX Región, lideradas por diversos especialistas vinculados con el tema. No obstante, han sido operadas preferentemente en forma disciplinar y no interdisciplinar5, centradas en manifestaciones de la conducta observable, pero no en los valores y significaciones de los símbolos comunicacionales, que es justamente la esencia de la cultura como lo sostienen Geertz6 y sus adherentes.

La experiencia interdisciplinar de la arquitectura con las ciencias humanas mediante la aplicación de las teorías últimas de la antropología simbólica, se ha buscado en archivos, bibliotecas, universidades, organismos étnicos, etc. y no se ha encontrado, no obstante la utilidad y beneficio que podría representar para la arquitectura, la acción habitacional y sobre todo para satisfacción de la sociedad. De esta manera se podría aprovechar el conocimiento e información acopiada por las ciencias humanas, complementado con trabajo de campo como se realizó en esta investigación7 e integrarlos, sin pretender suplantar al especialista etnógrafo y construir con técnicas y métodos arquitectónicos el marco conceptual del hábitat etnoresidencial mapuche. Aportando, de esta manera, el conocimiento especializado para múltiples acciones de optimización residencial, extensible a otros grupos culturales y enriqueciendo el caleidoscopio socio-cultural al resto de la población del país8.

 

El trato del Estado chileno

La acción habitacional del Estado no ha podido atender las necesidades culturales del pueblo mapuche, porque no ha considerado que son las variables que impulsan con mayor fuerza las formas de habitar. En el afán de cubrir la mayor demanda posible con los presupuestos tradicionales, su acción se ha concentrado en optimizar los recursos financieros asignados con viviendas definidas bajo un prisma economicista que no satisface necesariamente las formas de ser de los habitantes.

Esta modalidad no sólo se ha practicado con el pueblo mapuche, sino que es la característica con que se ha procedido en todo el país, tanto por el Estado con las viviendas sociales, como por las empresas constructoras del sector privado dirigida a los segmentos medios de la sociedad. Lo que ocurre con los mapuches9 es que los factores condicionantes de los diseños habitacionales definidos para la población chilena (winka), se han aplicado sin cambios o en algunos casos, incorporando detalles formales anecdóticos de la ruka, pero sin penetrar en las variables culturales del mapuche.

El objeto central del quehacer arquitectónico es “el habitante”, porque la obra con todos sus atributos está destinada para habitarla y dar las mayores satisfacciones a quién la usa y ocupa con todo su mundo subjetivo. Sin embargo, las soluciones habitacionales que se practican en los sectores público y privado, responden escasamente a los requerimientos de su cultura, que son los que representan la razón y sentido de existencia de los seres humanos, pero que, justamente por su carácter subjetivo, que es difícil de aprehender, se los elude y normalmente excluye al tomar decisiones sobre hábitat residencial.

La acción del Estado en vivienda social ha logrado disminuir notablemente el déficit cuantitativo estas últimas décadas en unidades de viviendas, pero con una programación arquitectónica incompleta, tanto en la vivienda como en el entorno urbano, especialmente en equipamiento comunitario y urbanización. No obstante y en la medida que avanza en sus realizaciones, se observa ciertos atisbos para completar los programas aunque referidos sólo a necesidades básicas, en consonancia con que el sistema ha operado hasta la fecha.

En Chile los Mapuche han tenido una presencia gravitacional en la formación valórica de nuestra nacionalidad10. Actualmente representan el 87% de la población indígena en Chile y casi el 4% del país con un total de 604.349 personas11. Aproximadamente el 30% vive en el área rural de las regiones VIII, IX y X; y el resto, principalmente en las ciudades de Temuco, Concepción y Santiago12.

Por otra parte, el pueblo Mapuche protagonizó una cruenta pérdida del territorio que ocupaba a raíz de la llamada Pacificación de la Araucanía13, lo que le generó un descenso brusco en la calidad de su hábitat y una fragmentación del tejido social; por ende, manifiestan actualmente reivindicaciones territoriales, que son difíciles de revocar. Están relegados a una situación casi marginal y por ello consideramos que estudiar el hábitat natural ecológico que les corresponde según su cultura constituye un aporte y mitigación al despojo sufrido.

 

El pueblo mapuche

Estado del arte

La historia del pueblo mapuche, vivida en dos enfrentamientos colonizadores (español y chileno), difiere del exterminio de los imperios ocurridos con el azteca de Centroamérica y el Incásico en América del Sur. En éstos, la presencia de los españoles les significó en el siglo XVI el derrumbe como imperio; en cambio, los mapuche, que tenían un desarrollo cívico-cultural incipiente, se mantuvieron conservando sus organizaciones sociales, económicas y viviendo en su ancestral autonomía. Sin embargo, mucho después, a fines del siglo XIX, sufrieron una invasión y desarticulación militar del tejido socio territorial por decisión de la República de Chile en su afán de regularizar y tomar posesión del territorio y darle continuidad hacia el sur.

Por otro lado, el Estado chileno ha declarado reiteradamente su preocupación por protegerlos y respetar su cultura, en que paralelamente, la propia etnia ha ido tomando conciencia de su gravitación cívica nacional y se ha visto respaldada por organismos internacionales abocados a la defensa de los derechos humanos.

Su presencia y figuración en la vida actual de la nación puede apreciarse desde las diferentes manifestaciones que derivan de su cultura, cuyas características son sucintamente las siguientes:

Educación e idioma

El Estado de Chile ha declarado que todos los miembros de los pueblos originarios dentro de su territorio son chilenos, que tienen los mismos derechos y obligaciones que el resto de la población. Sin embargo, su diferente cultura ha representado barreras infranqueables, especialmente en el idioma. Así ha ocurrido que los niños Mapuche hablaban mapudungún en su hogar y en la escuela se les enseñaba en español, lo cual les significaba retrasos con el resto de sus compañeros. Vivían dos ambientes idiomáticos no coordinados entre sí.

Economía y territorio

El pueblo mapuche sostiene una relación ecológica con su ambiente natural. Originalmente no distinguía los derechos de propiedad, salvo las posesiones doméstico-familiares; el territorio era un entorno ambiental como lo es el universo con sus estrellas, luna, sol, exenta de valoraciones financieras. Posteriormente, con la intervención del Estado a partir de 1880, en la forma en que fueron reasentados en el territorio y la posterior presión acosadora de compradores en gran parte inescrupulosos, empezaron a tomar conciencia del valor territorial y ahora reivindican la recuperación de sus tierras ancestrales.

Medicina

El pueblo mapuche tiene una cosmovisión del mundo subjetivo que da orden y coherencia a su dimensión interpretativa del Universo y su vida. El chamanismo practicado con fines medicinales usa una amplia gama de hierbas y sus mediums denominados “machis” han ejercido una gran influencia en la etnia y también fuera de ella. En la actualidad ha logrado, aunque a duras penas, hacer presente su existencia y cultura. De esta forma extiende un comercio formal de medicamentos en farmacias mapuche en las regiones VIII, IX y RM14, aparte de la construcción de consultorios e incluso hospitales donde conviven las medicinas mapuche y farmacológica.

Sentimiento de arraigo

El pueblo Mapuche siempre ha demostrado un acentuado sentimiento de apego a su territorio. Este sentimiento es el que los ha impulsado a enfrentarse defensivamente a intentos foráneos de invasión. Nunca ha permitido ni soportado sometimiento alguno. Esta actitud la ha manifestado históricamente hasta nuestros días, sintiéndose una nación establecida desde siempre en su territorio originario. Estos sentimientos los impulsa en la actualidad a recuperar su autonomía, donde el discurso oficial del Estado sólo reconoce una autonomía cultural aceptándoles practicarla sin limitaciones.

Gastronomía y turismo

En las últimas décadas el Estado los ha estimulado a sacar provecho turístico de su condición étnica, lo que ha generado que varias reducciones y/o familias hayan obtenido financiamiento estatal para construir una ruka con fines turísticos y en su interior muestran sus costumbres, ritos, gastronomía y dan alojamiento a turistas que desean experimentar esa vivencia. Sin embargo, estas orientaciones, emanadas de un enfoque comercial, no concuerdan con la visión naturalista del mapuche, los que en su mayor parte se sienten violentados ante la posibilidad de exhibir sus formas de vida y ofrecerlas como objetos de transacción comercial. No obstante, ahora último los ha alentado a explotar su gastronomía ofreciendo meriendas a los turistas, aparte de preparar productos alimentarios como mermeladas, merkén (ají tostado y molido) como productos de exportación.

Comercialización de valores culturales

En forma análoga a las estimulaciones de autofinanciamiento turístico, muchos Mapuche se han visto enfrentados a comercializar productos artesanales, viéndose impulsados a la duda de incluir en ello símbolos de su cultura, materializados en grecas de tejidos a telares, insignias de orfebrería, máscaras, instrumentos musicales, etc. por necesidades económicas y a contrapelo han extendido la comercialización de su simbología cultural en productos artesanales.

 

Rasgos relevantes de la familia Mapuche

La familia ancestral no sólo era la base del pueblo, como ha ocurrido en muchas sociedades, sino que constituía el centro estructurante de la comunidad. Era una sociedad incipiente, carente de organización cívica. La familia daba origen al cacique y al lonco, reconocidos por su sabiduría longeva.

Las familias Mapuche llegaban a formar tribus sólo en forma excepcional y tendían a conservarse en forma independiente, separadas unas de otras. El sistema de poblamiento del territorio condicionaba una densidad baja, donde las familias alejadas entre sí vivían aisladas. Las relaciones interfamiliares y vecinales, son armoniosas.

La manifestación filial de estos rasgos conducía a relaciones personales muy estrechas y de gran afecto. Era usual que al atardecer, la familia se congregara en la ruka, encendiera el fogón y cocinara para comer al calor que le prodigaba éste, mientras los padres comentaban de sus quehaceres diurnos en presencia de los niños, trasmitiéndoles enseñanzas en forma implícita. Gradualmente el grupo se apretujaba en torno al fogón y con los últimos chisporroteos de los tizones cenicientos, el grupo iba cayendo en un sueño profundo, de acercamiento, autoprotección y amor filial, disponiéndose a pasar la noche en una camada humana hasta el amanecer del siguiente día.

Hoy esa bucólica vida ya no existe. Las familias rurales muy empobrecidas habitan casas principalmente de madera, construidas 30 o 40 años atrás por los abuelos, compuestas de dos o tres dormitorios mal dimensionados y un estar-comedor-cocina; no tienen guardarropas ni baños. Sin embargo tienen televisor y casi todos sus integrantes poseen celulares individuales casi desde los doce años.

Las autoridades ancestrales de caciques y loncos tienden a ser reemplazadas por presidentes de comunidades, elegidas por votación. Su territorio antiguamente sin límites prediales, hoy se reduce a una superficie delimitada de aproximadamente de 1 a 4 Há, donde las técnicas agrícolas extensivas en terrenos tan pequeños no permiten la subsistencia familiar, lo que obliga a los padres a salir al mercado laboral principalmente urbano, teniendo que someterse a trabajar en los últimos escalafones.

Su cultura se está desperfilando notablemente y viven una transición cultural que los sitúa marginalmente en la población chilena.

 

El concepto cultura

Significado de las formas de comunicación simbólica

Antes de exponer el significado de cultura, es conveniente tener una mirada retrospectiva del concepto aunque sea muy sintética, que permita entender en qué nivel de evolución se encuentra el que se aplica en la presente relación.

Se produjo una relativa coincidencia entre el momento en que en Europa surgió una inquietud y debate por el concepto, con el período en que la sociología y la antropología emergieron como disciplinas formales, acogiendo las motivaciones teóricas de la época.

En efecto, la sociología y la antropología surgieron como disciplinas formales a fines del siglo XVIII y en esa época el concepto cultura se refería a la ilustración, a reglas de comportamiento social y a pautas de conducta como adulto15. Posteriormente se plantea una definición más avanzada16 a fines del siglo XIX en los siguientes términos: “Cultura o civilización, tomada en su amplio sentido entnográfico, es ese complejo de conocimientos, creencias, arte, moral, derecho, costumbres y cualquiera otras aptitudes y hábitos que el hombre adquiere como miembro de la sociedad”, la cual recibió objeciones por dejar abierta la mención de otras aptitudes sin identificarlas. Más tarde, dos investigadores17 revisaron todas las definiciones que se habían formulado hasta su tiempo, que fueron 160 y las sintetizaron en 1952 en la siguiente forma:

La cultura consiste en pautas de comportamiento, explícitas e implícitas, adquiridas y trasmitidas mediante símbolos y constituye el patrimonio singularizador de los grupos humanos, incluida su plasmación en objetos. El núcleo esencial de la cultura son las ideas tradicionales (es decir históricamente generadas y seleccionadas) y especialmente los valores vinculados a ellas; los sistemas de cultura pueden ser considerados como productos de la acción o como elementos condicionantes de la acción futura.

En la primera mitad del siglo XX (1910 y 1940) surgió una reacción crítica en Estados Unidos contra las metodologías científicas de carácter positivista por considerarlas extremadamente rígidas e incapaces de procesar la información cualitativa. Thompson18 señala que: “el motivador de este movimiento fue el filósofo austríaco Ludwig Wittgenstein (1889-1951) con su teoría principal sobre el juego del lenguaje. Lo siguieron numerosos sociólogos”, entre los cuales merecen ser mencionados Blumer (1900-1987) y Garfinkel (1917-2011) quiénes conciben métodos de investigación cualitativa y plantean un concepto renovador sobre cultura.

Para estos autores junto con Geertz (1926-2006), la forma de comunicación más frecuente entre los seres humanos es mediante símbolos. Entendiendo por esto, las formas orales, la simbología gráfica mediante la escritura. Signos, códigos, emblemas, señuelos, etc. Es la simbología fonética la única que generalmente va reforzada por otras formas personales de complementación, como los guiños, los gestos faciales y/o corporales. Los conjuntos de símbolos comunicacionales tienen significados cuyo conocimiento y comprensión sólo puede alcanzarse a través de la interpretación. Así, por ejemplo, este último19 señala que:

El hombre es un animal inserto en tramas de significación que el mismo ha tejido. Considero que la cultura es esa urdimbre20 y que el análisis de la cultura ha de ser, por lo tanto, no una ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones. Lo que busco es explicación interpretando expresiones sociales que son enigmáticas en su superficie.

Estas afirmaciones de los autores de la antropología simbólica interesan para entender que la interpretación del conjunto de significados de esas formas simbólicas es la cultura y permiten comprender el sentido que las personas entienden de la realidad, de su vida y de su ubicación en ella21.

Este enfoque de la antropología simbólica es el que se ha utilizado en la presente investigación.

 

Fundamentos del mundo significativo y el proceso comunicacional.

Cuando decimos que la cultura es una compleja malla de significaciones que el ser humano ha tejido, según sus facultades conformadas por la educación familiar, por la formal-institucional y la socio-ambiental, entendemos que, además, él viene provisto por herencia de otra dimensión constituida por sus caracteres congénitos.

Ahora bien, la cultura está condicionada por variables externas, de orden contextual, que se deben considerar para interpretar las significaciones. El problema principal que se presenta para interpretar las formas simbólicas, es que las emociones del emisor complementan el mensaje simbólico; y quien lo recibe y reinterpreta, procede integralmente sin discriminar el contenido del mensaje y de la carga emocional que pudo agregarle el emisor en forma voluntaria o involuntaria22. Según esto, podríamos considerar que la emocionalidad de un ser humano es gatillada por la dimensión cultural, pero también podría ser por la congénita, por la contextual y/o la educacional; aun cuando ninguno de los tres factores podríamos considerar que son parte de la cultura del sujeto, aunque son adiciones, a veces tan importantes que pueden ser las que constituyen el elemento central del mensaje.

Las dimensiones congénitas, contextuales y educacionales, profundamente arraigadas en la personalidad de los sujetos, se fusionan indiscriminadamente en una sola dimensión y el emisor no puede prescindir de su estado emocional cuando trasmite el mensaje; como igualmente el receptor no puede discriminar el contenido medular del mensaje independientemente de su carga psico-emocional incluida al ser emitido.

Es decir que cuando una persona recibe un mensaje que le produce un estado emocional determinado, al trasmitirlo, lo hace con la misma carga emocional que lo ha impactado, porque es la forma en que él lo percibe y lo manifiesta en su ambiente cotidiano, generando con ello un clímax ambiental determinado que no solo se conforma producto del significado del mensaje literal, sino que en algunos casos, también por el impacto psico-emocional con que se lo transmite. Según esto, podemos entender que la cultura es la dimensión adquirida de un sujeto que pasa a fusionarse con las dimensiones congénitas, contextuales y educacionales que, juntas confluyen en forma indiferenciada a conformar una actitud y postura caracterizante de la persona, que la conducen a perfilar en ella lo que comúnmente se entiende por el carácter.

 

Interpretación de la cultura

En el estudio etnográfico de una persona o familia, se reconocen dos fases: la primera es referida a la identificación de los símbolos comunicacionales que emplea, dentro de los cuales se incluyen los caracteres personales de los integrantes, luego se debe considerar la cosmovisión, las incidencias contextuales, referidas a las geográficas, las sociales, las socio-étnicas, las institucionales y las socio-históricas.

La segunda fase está centrada en la interpretación del significado del simbolismo comunicacional; y en este acápite la interpretación se efectúa en base a la manifestación integral y simultánea del simbolismo de la persona o grupo; queriendo decir con esto que se descarta identificar el simbolismo desglosado en los componentes de cada manifestación particular de cada persona, porque los principios teóricos de la etnometodología23 y del interaccionismo simbólico24 se fundamentan en una concepción holística y sistémica de la cultura, aparte que surgieron como reacción a los métodos positivistas cuyos análisis descomponen los fenómenos para comprender el todo.

La interpretación de las formas simbólicas de la vida cotidiana o doxa25 se realiza abordando la información recogida en forma integral y simultánea en trabajo de campo, mediante observación participativa buscando el significado de las formas simbólicas y teniendo presente que ellas se transmiten con varias significaciones simultáneas, es decir que se manifiestan en formas complejas, donde lo central del mensaje se emite conjuntamente con otras formas simbólicas que lo complementan, lo adjetivan, incluso pueden contradecirlo, enturbiando la claridad del mensaje y donde el significado de fondo se puede encontrar no en sus formas explícitas, sino, en las implícitas, complementarias y aparentemente secundarias, según sea el énfasis con que se emite el mensaje.

La modalidad con que el investigador intérprete debe procesar, entonces, la información extraída del trabajo de campo, consiste en aplicar sus propios criterios y perspicacias, hasta entender la integralidad del sentido que tiene el conjunto de las formas simbólicas que pretende interpretar.

La interpretación de los mensajes conduce a suponer diferentes significaciones hipotéticas; acción que se denomina “descripción densa”26, entendiendo que esta interpretación se orienta, básicamente, a identificar la cultura del ser humano mediante la distinción de los significados que tiene esa simbología.

Indagar los significados de las comunicaciones humanas, exige escudriñar lo que se dice, lo que se quiere decir, lo que no se dice y lo que no se quiere decir. Todo esto condicionado por un múltiple marco contextual socio-histórico, geográfico, económico e institucional, en el que el ser humano está inmerso y además condicionado.

Se abordó, entonces, el simbolismo comunicacional de una de las familias de la investigación por razones de espacio, con estos criterios y advertencias, considerando las teorías, enfoques, metodologías y procedimientos de la etnología y teniendo presente que se enfrentó una materia de gran subjetividad.

Este método es consonante con el de la observación participante, donde el investigador debe sumergirse en el ambiente que investiga y desde ahí visualizar la realidad con los mismos ojos y sentimientos que el sujeto investigado, para realmente conocer su mundo sistémico y sobre todo, comprenderlo en todos sus rasgos, circunstancias y alcances27.

 

Cultura y diseño arquitectónico.

Existe una relación entre cultura, forma de vida y hábitat que nadie rebate, consistente en que las formas de vida de una familia derivan de su cultura; y que a su vez, el hábitat que ella ha conformado deriva de su forma de vida. Son verdades obvias, que constituyen axiomas.

La manera en que ocurren estos procesos escalonados de incidencia es crucial de revelar para perfeccionar la concepción arquitectónica del hábitat residencial previa al diseño, que hasta el momento ha quedado relegada a la asertividad casual del Arquitecto, sin haber adquirido herramientas científicas apropiadas para resolverla.

Estas preguntas suelen hacerse los arquitectos con recurrencia al momento de enfrentar un proyecto habitacional. Pero como esta etapa encierra una incógnita no resuelta en el ámbito profesional, ni ha sido estudiada en la interdisciplina con las ciencias humanas, pareciera no quedar otra posibilidad que soslayar la incógnita, recurriendo al reiterado hábito de la intuición o la consabida excusa de “La Caja Negra”.

La sociedad, observa curiosa y sorprendida esta destreza del Arquitecto para desenvolverse recurriendo a la llamada “Caja Negra”, equivalente a la del ilusionista que de la nada saca a relucir pañuelos, conejos y cuanta sorpresa se podría imaginar. Pero la verdad es que es un paso precariamente intuitivo, considerando que las ciencias humanas ya tienen mucho avanzado en este sentido; sin embargo, el único y quien más pierde en este trance es el habitante, que tiene que desenvolver su vida en una espacialidad que puede no interpretarlo y que en todo caso no da garantías de responder fidedignamente a su idiosincrasia.

Hace mucha falta que para superar esta etapa, previa al diseño arquitectónico, se recurra a la antropología, a la sociología y/o a la etnografía y se estudie sus teorías últimas, junto con ello se comprenda el lenguaje y principios de esas especialidades y luego se retorne al ámbito arquitectónico para aplicar esos conocimientos y así optimizar las propuestas proyectuales, asegurando que el perfil del habitante, a quién se destina la obra arquitectónica, esté definido con procedimientos de mayor certeza científica.

Si bien es cierto que la creación es una acción subjetiva asentada principalmente en la imaginación y el sentimiento, sin limitaciones; no corresponde extender esta modalidad tan subjetiva al diagnóstico de la cultura de una familia, donde la ciencia ya tiene saberes decantados. Para lo cual es necesario que el Arquitecto salga de su anquilosado ámbito profesional sin intentar cubrir todo su quehacer con la intuición, se compenetre en el de las ciencias humanas y estudie esos saberes para después retornar a su campo profesional enriquecido para beneficio de su propio ejercicio, del habitante y de la sociedad.

Es un paso que falta dar y superar una práctica poco clara, rutinaria, de eficiencia discutible y que emplea métodos ya superados.

 

Metodología

Considerando el planteamiento y orientación del tema, la investigación se concibió ajustada a los principios de un enfoque cualitativo. Para los efectos del trabajo de campo, se recurrió a las técnicas de la observación participante28 y de la entrevista profunda29 o hermenéutica profunda30; y a la teoría de la Antropología Simbólica31 que exigen una aproximación cuidadosa al conglomerado social, para evitar desconfianzas y alentar manifestaciones espontáneas en las personas estudiadas, sin forzar ni precipitar la obtención de datos; más bien, estimular la libre expresión y locuacidad en los temas de interés para la investigación.

La cultura mapuche manifiesta variaciones locales, según la ubicación de cada asentamiento. Esto conduce a entender que por ser un estudio de casos, como por la variedad local de los asentamientos, el perfil cultural que se identificará en la investigación será necesariamente único, no representativo del pueblo en su totalidad. No obstante se ganará un conocimiento detallado y profundo sobre las formas de vida, aunque sea de un asentamiento parcial, teniendo presente que el propósito es disponer de la estructura cultural residencial de las familias mapuche entendidas como base para concebir a nivel conceptual las condiciones y necesidades espaciales del hábitat residencial de cada una, expresadas en la organización y cualidades de la arquitectura.

Las metodologías que se ajustan mejor al enfoque de esta investigación, son las de la etnometodología32 del interaccionismo simbólico33, por definirse específicamente más apropiadas para el estudio de la vida cotidiana (la doxa) de un grupo de personas que viven juntas (el etno)34.

Estas metodologías plantean técnicas y estrategias para interpretar, donde la operatoria epistemológica debe quedar a juicio del investigador, entendiendo que la delineación de una ruta específica depende de los propósitos y sentido de la investigación y de los criterios de quien la realiza.

 

Incidencias contextuales en el mundo significante

La geografía de la IX Región ha jugado un rol determinante en el carácter étnico del mapuche debido a sus fenómenos telúricos que son muy extremos, conjugados con la belleza del paisaje natural.

El contexto social tiene una magnitud local, tanto vecinal como sectorial, referida a la localidad de Chomío. El vecindario tiene una estructura muy básica y primaria; las relaciones se dan más por afinidades personales que por organicidad colectiva.

Las relaciones externas de las familias se reducen a lo laboral y educacional, aunque son muy abiertos con sus semejantes en términos generales, por lo que sus vinculaciones personales se extienden a relaciones sociales de mayor magnitud y diversidad. Tal vez todo derive del hecho que la estructura social mapuche es precaria y la base tribal aún manifiesta valores de sustentación no extinguidas.

Las familias se identifican compartiendo con sus pares, sorteando con acertado criterio las manifestaciones negativas que provienen del winka. Los sentimientos provocados por la segregación y la descalificación que sufren de los winkas35, constituyen los lazos que los identifican y unen actualmente como etnia en regresión. Es el ambiente al que pertenecen y viven inmersos en él.

La institucionalidad pública estatal es lo que está menos presente en sus vidas. Tal vez sea por cultura, porque la etnia carece de una estructura socio-cívica madura y la que proviene del Estado chileno es muy externa a ellos. Les cuesta asimilarla, no le sacan provecho, les es ajena y no la entienden.

 

Figura 1. Ubicación de 3 familias, escuela y recinto sagrado.

Caserío A: componentes: 1: gallinero de arrendatario omar. 2: casa de arrendatario. 4: gallinero. 5: ruka. 6: casa. 7: caballeriza. 8: pozo negro fecal. 9: estanque de agua.
Caserío B: Componentes: 1: casa. 2: bodega. 3: pozo negro fecal. 4: estanque de agua.
Caserío C: Local junta de vecinos. Cesión de terreno otorgado por el abuelo del caserío B a la junta de vecinos.
Caserío D: Componentes: 1: casa. 2: caballeriza y bodega. 3: pozo negro fecal.
Caserío E: Escuela Básica de Chomío, administrada por Municipalidad de Padre Las Casas.
Terreno F: Recinto sagrado para efectuar rogativas (nguillatunes).
Senderos G: Red interior de huellas que interrelacionan las familias de caseríos A, B y D.
NOTA: La llegada al asentamiento es desde el oriente (derecha) hacia el poniente (izquierda). Desde el camino superior (norte) se va a la casa de la cuarta familia en dirección poniente.
Fuente: Elaboración propia.

 

Figura 2. Conceptos mapuche valorativos de las orientaciones.

Fuente: Confección propia.

 

En el contexto socio-histórico tenemos dos experiencias que comentar y relacionar. La primera se refiere a que en 1643 España reconoció al pueblo mapuche como Nación Independiente y Autónoma mediante la Real Cédula dictada por el Rey Felipe lV, es decir que se les reconocía libres; algo inusitado para el resto de los hermanos indígenas que en su totalidad continuaban siendo colonos. Sin embargo 249 años después, Chile con sólo 62 años de vida independiente, invade y destruye la organización socio-cultural de la Nación Mapuche, con agravante que la historia no ha sincerado a la posteridad de los principios y realización del plan que impulsó esa acción denominada hasta el presente “Pacificación de la Araucanía”. La segunda experiencia se refiere justamente a esta última, que está muy presente y a flor de piel en numerosos asentamientos mapuche de otros lugares. Esto explica en parte el hecho que buscan muchas formas para mejorar sus ingresos, aunque sin consignas productivas materiales; tampoco sobresalen en actividades comerciales.

La memoria sobre los cruentos recuerdos dejados por la llamada “Pacificación de la Araucanía”, grabada cruelmente en sus ancestros, se han ido disolviendo en el tiempo por la ausencia de relatores históricos, la carencia de lenguaje escrito y el apremio de la inmediatez paupérrima, a pesar que la colonización y el despojo, como lo llaman ellos, ejecutado por el Estado chileno, ocurrieron no hace más de una centuria.

 

Antecedentes residenciales

Tres familias ocupan los caseríos A, B y D (ver figura 1). Entre A y B hay unos 100 m; entre B y D, unos 150 m. Entre ellas hay una escuela rural de enseñanza básica (E) que atiende a todos los niños del sector Chomío. Una cuarta familia está unos 1.300 m al poniente de las anteriores.

Existe una diferencia entre el enfoque cosmogónico del mapuche referente a la ruka y los principios arquitectónicos de orientación winka consistente en lo siguiente: La tradicional costumbre de que ubicaran la puerta al oriente obedecía originalmente a experiencias sobre iluminación y elusión de las brisas predominantes y de la lluvia que vienen del sur-poniente y nor-poniente respectivamente, lo que reiterado durante mucho tiempo se constituyó en prácticas tradicionales vernaculares. Otras virtudes como la penetración solar a la ruka en el amanecer, iluminando y temperando el ambiente interior, incentivaron gradualmente para atribuirle beneficios espirituales y por ende en estimular creencias cosmogónicas.

Los mapuche no conocían la ventana para la construcción de sus rukas y que la única comunicación con el exterior era la puerta de entrada. Por este motivo y aparte de proteger del viento y la lluvia el ingreso a la ruka, suponemos que no tenían conciencia de otras alternativas de orientación como las que recoge actualmente la arquitectura con el empleo de la ventana, en cuanto a iluminación natural, calefacción por radiación solar y sus efectos fungicidas, aparte de tener un control visual del entorno.

No obstante, las familias de Chomío están abiertas a reconocer que en las casas winkas por su mayor tecnología aportan más alternativas de orientación, mejorando la calidad habitable interior y no mezclan su visión cosmogónica con las razones técnicas de la arquitectura, entendiendo que la diferencia de las dos posturas son compatibles. Los beneficios de relación con el exterior permitirían así aprovecharse sin negar su cosmovisión.

 

Hábitat actual de la familia del caserío A (figuras 3, 4 y 5)

 

Figura 3. Casa (6) y ruka (5) de la familia ambas ejecutadas por autoconstrucción.

Fuente: Autor.

 

Figura 4. Caserío de la familia.

1. gallinero. 2. casa de arrendatario omar. 3. bodega de arrendatario omar. 4. gallinero, 5. ruka. 6. casa. 7. caballeriza. 8. pozo negro fecal. 9. estanque de agua. 10. ejercitación trote caballo de omar. 11. sendero hacia el recinto sagrado nguillatún al norte. 12. red interior de senderos conectores de caseríos.
Fuente: Elaboración propia.

 

Figura 5. Planta primer y segundo piso, casa más la ruka adjunta.

Fuente: Elaboración propia.

 

La casa es de dos pisos y tiene cuatro dormitorios. Los padres comparten un dormitorio con la hija y el hijo menor en el primer piso. Los hijos mayores ocupan un dormitorio cada uno en el 2° piso, dejando uno tercero desocupado36.

Los paneles perimetrales tienen sólo forro exterior con muchas rendijas por donde se filtra el aire frío en invierno y el calor en verano. La superficie total construida es de 69,02 m2 más la ampliación post terremoto del 27.02.10. (27,02 m2), completa los 96,04 m2.

Además, tiene una ruka al costado sur de la casa que la usan eventualmente para atender visitas y celebrar reuniones protocolares.

 

Descripción de la familia

Él padre es un hombre desenvuelto de fácil palabra. Es buen anfitrión y siempre se muestra dispuesto a colaborar. Ha tenido mucho roce social. Hará unos seis años, trabajaba en una radio local de Temuco y formó un conjunto de música y bailes mapuche, lo que le facilitó viajar a muchos lugares de Chile y recibir invitaciones del extranjero. La más importante fue para viajar a la República de Alemania con una estadía de tres semanas. Esas relaciones ampliaron sus facultades sociales y discursivas. No extraña, entonces, que la comunidad lo haya elegido presidente por dos períodos consecutivos de cuatro años cada uno. En la actualidad no quiere postular a reelección. Le basta con su trabajo actual de asesor cultural en la escuela básica vecina, aparte de considerar un plan personal de cursar la enseñanza media e ingresar a la universidad.

Es un hombre maduro y corpulento, de trayectoria socio-laboral destacada. Ha definido una visión de futuro, por sobre la contingencia inmediata; tal vez no sea muy consciente de ello, pero su experiencia le ha forjado esa capacidad que intuitivamente la aprovecha muy bien. Su facilidad de palabra, le permite enfrentar con soltura situaciones protocolares y relaciones socio-institucionales delicadas con las autoridades oficiales. Es prudente, no se amilana fácilmente, aptitud que es muy generalizada en la etnia mapuche. Pero él sabe enfrentarlas con soltura diplomática y no en forma defensiva ni agresiva como suele observarse en los congéneres de su etnia. Es invitado frecuentemente a eventos culturales vinculados con la etnia mapuche en la IX Región de la Araucanía y últimamente es invitado a eventos políticos de distintas posiciones. Sabe calibrar el tiempo destinado a sus labores y a su familia. Manifiesta explícitos sentimientos de equidad y solidaridad con sus semejantes mapuche. Es un buen líder y sabe conducir los movimientos colectivos de su etnia dentro de marcos pacíficos; advierte, sabe enfrentar y manejar los impulsos violentos de los demás. Hace el horario de su propia jornada laboral; en otras palabras, es libre y sabe manejar bien su libertad y compromisos laborales.

Enfrenta las adversidades con optimismo, buen criterio y busca soluciones sin doblegarse ante barreras desconocidas. En su casa es buen esposo, padre, vecino y amigo. Colabora con soltura en las tareas femeninas con su esposa, cuando ella por alguna razón debe atender otras labores. Asume los trabajos manuales de mantención y reparación en la casa, no obstante que la calidad de su experticia y destreza es deficiente, pero persiste en intentarlo, principalmente por la precaria situación económica en la que viven, que por lo demás es similar a las de sus vecinos. No puede darse el lujo de estar contratando maestros especializados. La construcción de su casa, la mantención y ampliaciones las ha ejecutado él, aunque sin conocimiento ni experiencia en construcción.

La madre es una mujer alta y robusta. Habla cuando es necesario sin ser reservada. Es aguda en sus reflexiones y maternal en sus expresiones. Entiende y apoya permanentemente a su marido. Es dedicada a las actividades del hogar, preferentemente a sus hijos y marido, a mantener la casa y la alimentación de todos. Tiene mucha personalidad, es reflexiva en sus apreciaciones, se manifiesta con desenvoltura y es atinada en las relaciones con otras personas. Siente incontenibles impulsos de colaborar con los ingresos familiares, lo que explica el pequeño local de venta de refrigerios. Se mantiene informada del acontecer regional y nacional. Tal vez sea la mejor forma de acompañar y seguir la rutina de su marido. Sus sentimientos maternales están en primera prioridad y cuida desde sus embarazos, parto, nacimiento, crianza hasta la educación de sus hijos.

Se podría decir que no es el tipo de mujer dedicada, exclusivamente, a su casa, aunque permanece casi la totalidad del tiempo en ella. Tal vez sea este un incentivo que la lleva a liberarse de las actividades domésticas y manifestar una compostura abierta y conectada con los sucesos externos a su hogar. Su permanencia en la casa genera un clima de hogar y de estructura familiar, centrada principalmente en las formas de relacionarse; sin caricias, pero mucho afecto y sentimiento maternal. Las formas de comunicarse son implícitas en su comportamiento, donde la influencia de su carácter, amable, objetivo, positivo, acogedor y de entendimiento y comprensión hacia el otro, luciendo permanentemente una sonrisa alegre, le permite formarse un áurea de sociabilidad y de relación abierta.

Las relaciones de los hijos con sus padres son afectuosas y cariñosas, permitiéndoles un crecimiento espontáneo, auténtico y de autonomía en un ambiente de cohesión familiar. El comportamiento del grupo familiar es abierto y transparente. Los hijos se manifiestan desenvueltos, especialmente la hija de cuatro años, de mucha iniciativa, inquieta y sociable.

Los dos hijos mayores son respetuosos, obedientes y disciplinados con sus padres. Son jóvenes de pensamiento, hábitos y comportamiento social sano. Es grato tratar con ellos en cualquier circunstancia. La hija menor de 5 años es desenvuelta y con mucha personalidad. Es una niña alegre con iniciativa y don de mando en relación a su edad. El hijo menor, de 1 año, no expresa aún su personalidad, pero cuando lo hace, se manifiesta con energía y vehemencia en sus impulsos, por ahora preferentemente fisiológicos.

La familia es fielmente adherente a las visiones cosmológicas de la etnia, en cuanto sentirse parte de la naturaleza y desempeñar una conducta y forma de vida en equilibrio con ella. Participa en las manifestaciones del ámbito socio-vecinal, ya sea en rogativas, rituales y protocolos.

Tienen atributos carismáticos que conquistan a las personas que los conocen; se encariñan con ellos y eventualmente los pasan a visitar siendo atendidos e invitados a comer cualquier refrigerio, cumpliendo el protocolo tradicional y ancestral del mapuche de invitar a conversar con amenidades gastronómicas espontáneas y sencillas.

La pobreza no los hace mezquinos; por el contrario, sorprende la cordialidad y generosidad en compartir lo poco que tienen con las visitas. La rutina horaria de la familia es un tanto relajada, tal vez influida por la actividad del padre que a veces no puede manejar con puntualidad sus compromisos, seguido por sus hijos mayores que también llevan conductas de relativa autonomía.

En general este ambiente tal vez sea el que promueva que el trato individual sea respetuoso, amable y dialogante, sin percibir en ellos ninguna impaciencia por sentirse obligados o importunados en sus quehaceres. El visitante se siente cómodo, bien recibido e integrado fluidamente a ellos.

 

Figura 6. Padres e hijos menores. Foto izquierda: Mamá con su hija en el interior de la ruka observando reunión con vecinos. Foto derecha: Padre con su hijo menor.

Fuente: Autor.

Rol familiar

Edad

Actividad laboral

Padre

38

Asesor cultural y presidente de comunidad

Madre

38

Dueña de casa

Hijo

16

Cesante con 8° básico cursado

Hijo

14

Estudiante 4º año básico

Hija

4

No estudia

Hijo

2 meses

No estudia

 

Interpretación de los simbolismos comunicacionales.

La primera fase conducente a concebir el hábitat residencial de una familia es comprender las significaciones de la simbología comunicacional que emplean y la modalidad es la siguiente:

El “método etnográfico de investigación”37 debe interpretar integralmente los significados simbólicos comunicantes del ser humano, es decir centrado simultáneamente tanto en el todo como en las partes que lo componen para comprender un fenómeno; sin fragmentarlo como procede la metodología positivista cuantitativa. Es un método de investigación cualitativa38 y exploratorio, que no requiere hipótesis ni objetivos precisos por lo que se define con procedimientos fenomenológicos, en un diálogo constante con la realidad, caracterizada por una dinámica en permanente evolución, identificada con la teoría de la ciencia empírica39 que conduce a un método dependiente de la realidad, que no debe confundirse con el método experimental de las ciencias positivistas.

Se ha procedido desde la arquitectura, a recoger información en trabajo de campo basado en estas metodologías e interpretar sus significaciones desde la perspectiva del sujeto investigado. Ha sido un trabajo arquitectónico apoyado interdisciplinariamente en las teorías de las ciencias humanas, preferentemente en la antropología y sociología.

La comprensión del carácter cultural de la familia investigada ha permitido concebir con procedimientos arquitectónicos el hábitat residencial de ella y que se describe a continuación.

 

Concepción conceptual del hábitat residencial según cultura actual de la familia mapuche

Consideraciones preliminares sobre la concepción arquitectónica

Los métodos etnográficos interpretan la significación simbólica de las formas de comunicación similarmente como se hace en arquitectura; no obstante, esta es asistemática e intuitiva teniendo mucho que aprender de la antropología por su desarrollo y avance epistemológico. El rasgo más relevante de ésta radica en interpretar las formas simbólicas de comunicación humana integralmente, evitando fragmentaciones, como se indicó anteriormente; de esta manera logra profundizar en la comprensión global de lo interpretado40.

En el campo arquitectónico, la identificación de la cultura no es el objetivo final, sino la motivación y apoyo para avanzar a una etapa posterior, consistente en concebir un orden espacial estructurado, coherente y sistémico que responda con fidelidad a las necesidades del sujeto o grupo que habitará en él, que constituye el hábitat acogedor a esa forma de ser con sus componentes físicos y sus rasgos subjetivos.

Esta concepción no es universal ni común a cualquier arquitecto que se proponga concebir el hábitat específico de una familia determinada, porque ello depende de la visión, criterio y sensibilidad de cada autor, considerando que cada uno es una persona específica, individual y única, lo que conduce a entender que cada autor conciba una respuesta propia, que no es el resultado de una experiencia demostrable ni la aplicación de una fórmula exacta orientada a una sola versión; aunque cualquiera de ellas debe ser fidedignamente auténtica con la imagen espacial para quien se la concibe.

Cabe otra inquietud al momento de abordar la concepción del hábitat, consistente en que el autor, al igual que el grupo familiar, tiene una cultura, que se manifiesta según una manera de ser y es esa manera de ser específica la que se manifiesta de acuerdo a su cultura, acompañada de manera implícita de otros impulsos internos, tal vez subconscientes y provenientes de otras fuentes, como son, por ejemplo, las tendencias de origen genético, las incidencias contextuales o las orientaciones recibidas durante la educación del autor, que son asimiladas por él e incorporadas a su personalidad. Las integra y caracteriza en una fusión única.

Hay otro aspecto, además, muy relevante que es necesario tener presente y que se refiere a que el conglomerado mapuche, motivo de esta investigación, es pobre, rural y vive casi al margen de la sociedad chilena, pero que al momento de concebir el hábitat que le corresponde, debe adoptarse un criterio valórico, no restringido por circunstancias materiales. No se debe restringir la imaginación ni concepción creativa prematuramente por razones económicas de la realidad, porque, de ser así, la creación y propuesta arquitectónica quedaría coartada por limitantes ajenas al compromiso esencial de la disciplina y no se podría vislumbrar la respuesta adecuada a las necesidades humanas específicas, perdiéndose la posibilidad de fijar el paradigma arquitectónico, aun cuando posteriormente el marco institucional lo restrinja por razones circunstanciales o estratégicas.

También existe otro aspecto que es necesario considerar. Se refiere al supuesto que al identificar la cultura de las familias de un vecindario, que nos daría un marco incluyente de todas ellas, suficiente para sintetizar en una sola versión espacial la cultura representativa del conglomerado social completo, no es posible. Constatamos que cada familia manifiesta, por separado, una manera de ser que no es aplicable a ninguna de las otras. Similarmente, en arquitectura, no se puede ofrecer un tipo único habitacional, basado en perfiles culturales que no son iguales. Sería un error que no corresponde a la metodología arquitectónica ni a la antropológica; se podría decir que es obvio que el tipo habitacional basado en la cultura, donde se reconoce que esta es específica y única de cada familia, debe ser también específico y único. Esto explica el que el hábitat residencial conceptual que se expondrá a continuación esté referido solamente a la familia específica del ejemplo.

Se intentará ser lo más explícito posible y transparentar el proceso creativo, aunque no se llegue a una descripción detallada de cómo ocurre, considerando el carácter tan personal y subjetivo de la creación.

 

Concepción creativa del hábitat

La concepción se refiere a la gestación creativa de una obra conducente a vislumbrar conformaciones arquitectónicas generales y particulares en el proceso que se está enfrentando. Vivencias de sensaciones que provienen de la situación, de la posición y de la contextura personal del autor y que percibe como impulsos espontáneos, todavía no explicables ni siquiera para él mismo41. Dicho de otro modo, son las sensaciones internas que el creador experimenta como vivencias arquitectónicas en la interpretación del habitar del grupo que atiende.

Paralelamente, es conveniente agregar que estas imágenes surgen gradualmente desde las sensaciones con base más emocional que real, es decir, desvinculadas de la vida práctica cotidiana, que normalmente están sujetas a condiciones, barreras u oportunidades contingentes.

Similar a las recomendaciones del interaccionismo simbólico42, el autor debe vivir en su imaginación la espacialidad poniéndose en el lugar del habitante, desde la perspectiva de éste, en base a la interpretación fidedigna que el autor hace de él.

Esta descripción se refiere a la búsqueda y clarificación del hábitat, en que al final el autor ya ha madurado y configurado la integralidad del orden espacial; es decir, que el autor vive en estos momentos el ámbito que entiende más apropiado a la manera de ser del grupo habitante, sin embargo, estas sensaciones e imágenes no corresponden aún a un proyecto, porque para ello se requiere el diseño que cuantifica, determina las condiciones técnicas y da garantía de permanencia en el tiempo, tanto del hábitat concebido como de la vigencia de sus atributos subjetivos.

El relato se refiere, entonces, al momento en que se consolida en coherencia el cúmulo de sensaciones espaciales con que se interpreta la forma de ser del grupo habitante, sin que ello guarde relación ni compromiso con una propuesta arquitectónica todavía.

Se reseñará, entonces, este proceso y sus vivencias en razón de los comentarios introductorios de este subtítulo.

 

Concepción organizacional programática de la espacialidad (figura 7)

 

Figura 7: Esquema conceptual del hábitat de la familia

El sector A es el más privado, con los dormitorios (1 y 2), un estar familiar (3), una venta de refrigerios al exterior (4). El sector B es el más público, donde trabaja (5) y recibe visitas el padre (6). Luego el sector C, que es un intermedio que contiene la cocina (7) y el comedor (8) al cual se llega desde los dormitorios por el costado izquierdo de la cocina y desde el sector público por el lado derecho de la cocina.
Los tres sectores tienen expansiones exclusivas interconectadas en forma restringida; el A tiene el (9), el B tiene el (11) y el C el (10), considerando que los exteriores 9 y 10 salen a los exteriores del predio. Se consulta un vestíbulo de ingreso (12) desde un área de ingreso (13) con baterías de estacionamientos (14).
Fuente: Elaboración propia.

 

Según las formas de vida de la familia, motiva imaginar y concebir dos áreas en el hábitat residencial, polarizadas por sus caracteres de introversión y extroversión. La primera (A), reservada al área donde se realizan las funciones privativas e íntimas (descanso, aseo, estudio, etc.), conteniendo el local de venta de refrigerios hacia el exterior de ingreso a la vivienda, sin afectar la privacidad del área. Además, es necesario contar con una expansión exclusiva y privada, donde puedan realizar las actividades exteriores sin alteraciones externas.

La segunda área (B), entregada a las relaciones sociales más abiertas y externas, exclusiva a las actividades profesionales del padre. En ella se distinguen dos sub-áreas: una destinada al trabajo intelectual, solo o acompañado, a recibir y atender visitas vinculadas a su trabajo formal, que está respaldado por un mobiliario fijo y portátil. La otra destinada a reuniones informales de carácter más social, provista de condiciones espaciales y materiales distintivas de la cultura mapuche. Ambas sub áreas tienen una expansión conjunta, que no altera la vida íntima de la familia y a su vez goza de privacidad respecto de las otras áreas externas.

La familia demanda una tercera área (C) de convivencia amenizada por las funciones alimentarias de cocinar y comer; en ella las personas comparten con un público amigo restringido, donde cultivan la sociabilidad en forma colectiva e individual. Esta zona congrega atributos de las otras dos, por lo que tiene una relevancia especial; en ella vive y comparte la familia en privacidad y se abre hacia un grupo social seleccionado. En esta zona donde la prioridad es la convivencia, tiene también una expansión para realizar las mismas actividades interiores, con algunas restricciones, pero sin afectar las expansiones de las otras dos zonas, aunque es conveniente que las tres puedan estar conectadas mediante comunicaciones reguladas. A través de la expansión de esta tercera zona se va a los exteriores domésticos de la familia, como a los criaderos, a la huerta, a la extracción de agua, etc.

 

Significación del fogón dentro de la cultura mapuche

La opinión común sobre este objeto considera que tiene la importancia de calificar el centro jerárquico de la espacialidad interior de la ruca, ofreciendo variados servicios de acondicionamiento ambiental, aparte de generar el encuentro y reunión familiar. Sin embargo, esta investigación ha ratificado lo que se venía observando y constatando en numerosos estudios anteriores, consistente en lo siguiente:

El fogón cumple un rol meramente instrumental del carácter mapuche y específicamente de la familia. Ella, como se ha dicho en este artículo es muy cohesionada por el afecto y amor entre sus miembros y son ellos los que se reúnen y conversan entre sí, mirándose frontalmente unos con otros, incluyendo los invitados y amenizando estos encuentros con degustaciones gastronómicas. Este es un rasgo cultural profundo del mapuche, suficiente para dar lugar a un orden espacial de comunión y encuentro entre personas ligadas por el afecto y amor filial y que el mapuche lo objetiva en un fogón, que tiene atributos consecuentes para servir esos sentimientos, pero es consecuencia de ellos y no su causa. Es producto de un rasgo humano propiamente mapuche. La manera de ser mapuche, de conversar mirándose de frente a los ojos; y en la intimidad de la familia es el impulso paternal de educar a los hijos que escuchan el intercambio de experiencias y valores de sus padres. Los demás servicios que complementariamente presta el fogón en la ruca son producto de la creatividad vernacular del habitante.

 

Atributos espaciales

La descripción de esta fase se expone en presente, que es el tiempo con que el autor vivencia los atributos espaciales de su concepción creativa. No es una experiencia pasada ni a una ilusión de futuro. Es vivencial del momento en que se concibe el hábitat residencial. Con esta aclaración se desarrolla el siguiente texto.

El hábitat residencial de esta familia se concibe con una expresividad explícita en su dimensión sensorial y emocional, estimulando sentimientos ambientales de acogida, protección, calma, tranquilidad, sencillez, comprensión, respeto, tolerancia. Se concibe un ambiente general de ingreso limpio, despejado, amplio, donde los fenómenos del exterior se perciben atenuados respecto a las sensaciones que en ese momento sensibilizan al visitante, provocando en el habitar un estado de confortable acogida.

Se concibe un silencioso ambiente laboral del padre, donde la penumbra, frescura y silenciosa calma parecieran detener el tiempo, invitando a la concentración en temas profundos, cuyas trascendencias generalmente se postergan por el torbellino de quehaceres que generalmente presenta la vida. Ahí, sin el precipitado apuro que nos impone la existencia, hay tiempo de concentrarse, deteniéndose en los pensamientos y sentimientos que realmente importan y son los que alientan a decantar inquietudes invitando a pensar sin urgencias en las trascendentes tareas que impulsa sutilmente la vida. El padre, en ese ambiente, eleva sus pensamientos, alejándose de las percepciones sensoriales, y vaga por las subjetividades superiores de la existencia, pudiendo aquilatar valores y razones de la vida de infinita significación humana. El lugar, la persona y el clímax ambiental se funden en un ambiente único que alienta vislumbrar la verdad, la bondad y la eternidad. Así el padre concibe, comprende y sintetiza las cuestiones de su vocación profesional. Puede ver y transmitir sus importancias universales entendiendo que la cultura trasciende las razones de la vida material.

Dejemos el lugar del padre para vivir el hábitat individual de la familia y su matrimonio. Como el anterior, por sus semejantes cualidades ambientales, exalta el desarrollo y realización individual sin abandonar la conciencia de pertenecer al colectivo familiar, donde cada uno es libre y se siente respaldado por la comprensión y afecto incondicional del resto. La posibilidad de aislamiento y abstracción de cada uno alienta la seguridad y confianza en sí mismo, sabiéndose comprendido y respetado. Cada uno tiene el lugar, que lo interpreta a cabalidad; el mobiliario, la limpieza, las vistas al exterior y las relaciones con los otros le otorgan la convicción de su pertenencia al grupo, simultáneamente con el sentimiento del valor de su propia individualidad. Cada uno goza de la espacialidad necesaria, adaptable ambientalmente de acuerdo a sus impulsos de habitar libre de imprevistos y brusquedades.

Pasemos ahora al lugar de convivencia y crecimiento compartido, donde se realizan actividades y responsabilidades auténticamente espontáneas, en que la preparación e ingestión gastronómica se asumen voluntaria y opcionalmente, pero donde la convivencia, el cultivo del afecto y sentimiento de unidad familiar es lo central.

A esta zona llegan los integrantes de la familia provenientes desde la otra más privada, pero también es receptiva de personas externas y amigas de la familia, ya sea que vengan directamente del exterior a compartir en comunidad con ellos, o bien, provengan de la zona más pública de la casa y de trabajo del padre, después de haber intimidado y esclarecido objetivos sanos, innocuos, atractivos y de confianza, que ameritan ser valorados. Es una zona intermedia, donde la familia tiene la oportunidad de manifestarse hacia un círculo restringido de amistades en intimidad.

A contrapunto de los dos anteriores, este lugar es iluminado, con amplia vista y relación al exterior. La relación interior-exterior es imperceptible, y ambos parecen constituir un solo espacio; aun cuando las condiciones del uno y del otro son muy distintas, ambos son igualmente atractivos.

El lugar es estimulante e invita al intercambio de sentimientos, impulsos e ideas. Despierta el deseo de compartirlo todo y para ello se refuerza con el lugar de abastecimiento y preparación de refrigerios por el cual se cruza para llegar a este. El cruce es fluido y diferenciado, tanto desde el lugar de producción intelectual del padre, como desde el de la vida individual de la familia.

Este lugar invita a permanecer compartiendo todo lo individual y colectivo; más aún, con la posibilidad de permitir la presencia de amigos que por su diferente personalidad enriquecen la diversidad de la convivencia y amplían la visión de los presentes hacia el exterior del ámbito familiar, es decir, hacia el vecindario y contexto social de mayor amplitud.

 

Expresión arquitectónica

La expresión arquitectónica, se refiere al lenguaje en arquitectura e intervienen dos aspectos de importancia: la morfología volumétrica y la materialidad. Esta última no considerada como un rubro tecnológico de la arquitectura sino como la piel de terminación, coherente y consecuente con el sentido de concepción de la obra.

Desde un punto de vista morfológico, el hábitat residencial tiene una carga étnica de tipo ancestral vigente; dicho de otra manera es la reminiscencia histórica que ha decantado en el presente, confirmando las teorías deI interaccionismo simbólico43. El hábitat se cubre con un gran manto protector de la lluvia, retornando hacia abajo, pretendiendo abrigar el contenido del hábitat. Junto con lo anterior, las ventanas son pequeñas, manifestando el carácter introvertido de la etnia y permitiendo no obstante, el control visual hacia el exterior. La materialidad del manto protector es de un cromatismo coherente con la vegetación del contexto natural y los paramentos son de origen vegetal rústico, rememorando la corteza del tronco de los árboles. Los marcos de puertas y ventanas, como asimismo las hojas de ventanas, son de madera. Los exteriores llevan pavimentos de madera en rodajas y/o durmientes.

La casa misma, como objeto de construcción, es de madera natural, con aislamiento térmico adecuado para la IX Región de la Araucanía.

 

Conclusiones

La posibilidad que desde la arquitectura se recurra a los métodos y técnicas de las ciencias humanas para identificar la cultura del habitante, conduce al investigador ampliar los estímulos de sus impulsos motivadores y agudizar la capacidad imaginativa y creadora, pudiendo profundizar con mayor sensibilidad y sutileza, la comprensión de las circunstancias subjetivas del habitante. La producción creativa adquiere sutilezas más finas con el uso de estas técnicas y permite comprender mejor la vida del sujeto y por ende atender con mayor asertividad su mundo subjetivo. Lo interesante es que estos aciertos no exigen un esfuerzo extraordinario al creador, sino que emergen en un natural inequívoco fluido, donde las vacilaciones quedan superadas. Por el contrario, con las técnicas intuitivas con que tradicionalmente ha operado la arquitectura para concebir el orden espacial y formal que debiera corresponder con fidelidad a los valores, sensibilidad y cosmovisión del habitante en su realidad contextual, son aleatorias, aproximadas e insuficientes.

Por otra parte la investigación ha permitido detectar que la actual situación del pueblo mapuche, caracterizada por la pobreza, segregación e implacable desprestigio, surgió a causa de una decisión política del Estado, tendiente a lograr dar continuidad al territorio nacional y ordenar la tenencia de la tierra conforme a la institucionalidad del país. No obstante las aberrantes consecuencias sociales con que se afectó a la población mapuche, se trataron de justificar con un discurso poco sincero, que simulaba buenas intenciones institucionales (pacificación) eludiendo reconocer el sacrificio del habitante y adjudicándole innumerables defectos. Estas argumentaciones que incluyendo injustos calificativos a la población afectada fueron penetrando profundamente en el sentimiento y convicciones de la chilenidad, cuya reversión con el tiempo transcurrido ya no es tan fácil y no impide eludir la responsabilidad preferente del Estado, si realmente se quiere lograr una integración social verdadera y por consecuencia una pacificación definitiva en la Región de la Araucanía.

Paralelamente con lo anterior, corresponde agregar que los propósitos de las ciencias humanas, identificadas específicamente en la sociología, antropología y etnografía, se dirigen prioritariamente al conocimiento profundo del ser humano y por ende sus métodos y técnicas para lograrlo han sido concebidas y elaboradas por largo tiempo, apuntando a objetivos muy precisos. Para la arquitectura, en cambio, si bien es cierto el conocimiento del ser humano y más precisamente del habitante representa identificar con la mayor precisión posible la variable más importante, identificada en el sujeto y destinatario de la obra arquitectónica, constituye sólo uno de los componentes del complejo de variables que el arquitecto debe enfrentar y por supuesto, resolver con la mayor armonía coordinante.

Las diferencias de objetivos entre las ciencias humanas y la arquitectura permite suponer que, si bien esta se beneficiará con el conocimiento de las técnicas y métodos de aquellas, ha de suponerse que en arquitectura sería imposible intentar aplicarlas de igual manera con que lo hacen las disciplinas autoras, sino que la arquitectura deberá adecuar los procedimientos en concordancia con sus objetivos propios.

 

Notas

1El presente artículo deriva de la tesis doctoral aprobada “cum laude” en la Universidad Politécnica de Madrid el 24 de julio de 2013.
4El concepto actual de cultura se refiere a las significaciones del simbolismo comunicacional empleado por las personas en su vida cotidiana que será descrito en este artículo
5 El concepto sobre disciplina e interdisciplina se ajusta a la clasificación que propone Max Neef (2004), en que la disciplina es una especialización en aislamiento y la interdisciplina es una coordinación de disciplinas de nivel superior. En nuestro caso, el nivel superior está liderado por la Arquitectura, coordinada con la Antropología, Sociología, Etnografía.
6Geertz, 2005.
7La investigación realizó un trabajo de campo en doce visitas desde el 07.02.09. hasta el 19.08.10. (Sepúlveda, 2013, p. 189-196).
8Aunque el discurso tradicional del Estado afirma que la población en Chile es homogénea, es conocida la heterogeneidad de nacionalidades (alemanes, italianos, españoles, etc.), y razas (asiáticas, indígenas, etc.) que conviven y construyen el colectivo racial del país.
9Según el idioma mapudungun de estos nativos, la denominación mapuche deriva de las raíces “Mapu = tierra; y che = gente, por lo que la palabra “mapuche” tiene una connotación plural y por ende no requiere la “s” final. Esta razón explica el motivo por el cual mapuche se empleará tanto para las formas singulares como las plurales.
10Los picunches estaban asentados al norte del río Bío Bío, en una extensión de 400 kms de Santiago a Chillán; para los mapuche representaban un vecindario de contención de invasiones que pudieran venir desde el norte. Fueron dominados y asimilados por la colonización española dejando como descendencia a la mayoría del mestizaje.
11según Censo del 2002
12INE, [2002].
13Bengoa, 2000, p. 251-362.
14RM es la sigla referida a la Región Metropolitana que ocupa el territorio correspondiente de la ciudad de Santiago y sus alrededores.
15Austin, 2000, p. 3.
16Taylor en Austin, 2000, p. 3.
17Kroeber y Cluckhholm en Austin, 2000, p. 5.
18Thompson, 1998, p. 406.
19Geertz, 2005, p. 20.
20El subrayado es nuestro.
21Thompson, 1998, p. 195-240.
22Ibíd, p. 395-423.
23Garfinkel, 2006.
24Blumer, 1982.
25Thompson, 1998, p. 406
26Geertz, 2000, p. 19-40.
27Blumer, 1982, p. 37-38.
28Taylor y Bogdan, 1987, p. 31-99; Calvo y Camarero, 2006, p. 443-449.
29Taylor y Bogdan, 1987, p. 100-132.
30Thompson, 1998, p. 398-423.
31Geertz, 2005.
32Garfinkel, 2006, p. 92-110.
33Blumer, 1982, p. 1-44.
34Martínez, 2005, p. 2.
35Véase las declaraciones del historiador Sergio Villalobos, (premio nacional de historia). El Mercurio 19 y 21 de marzo de 2014, página A2.
36Durante el sismo grado 8,8 escala de Richter ocurrido el 27 de febrero de 2010 el segundo piso de la casa experimentó violentos sacudones y los dos hijos lograron bajar a trastabillones quedando con hematomas diversos. Esta experiencia impulsó a los padres ampliar la casa adosada hacia el sur, en el primer piso, construyendo dos dormitorios y una cocina comedor.
37Miguel Martínez, 2005
38Taylor y Bogdan, 1987, p. 19-23.
39Blumer, 1982, p. 16-35.
40Garfinkel, 2006 p. 92-94; Blumer, 1982, p. 19.
41Esta afirmación está basada en una teoría del biólogo Humberto Maturana (1997, p. 14-19) que considera que el ser humano tiene a su disposición dos facultades: una consiste en reaccionar en primera instancia en forma emocional ante los fenómenos; y la segunda es su capacidad de reflexión. La primera es la base y fundamento de la primera.
42Blumer, 1982, p. 37-38.
43Blumer, 1982, p. 2-16.

 

Bibliografía

AUSTIN MILLÁN, Tomás. Para comprender el concepto de cultura. Educación y Desarrollo. 1(1), 2000. ISSN 0717-5124.

BENGOA, José. Historia del pueblo mapuche. Siglo XIX y XX. 6ª ed. Santiago, Chile, LOM. 2000. 423 p. ISBN 956-282-232-X.

BLUMER, Herbert. El interaccionismo simbólico: perspectiva y método. Barcelona, España, Hora.1982. 160 p. ISBN 84-85950-08-9.

CALVO, Tomás y CAMARERO, Domingo. Antropología. Teorías de la cultura, métodos y técnicas. Badajoz, Editorial @becedario. 2006. 803 p. ISBN.-13: 978-84-96560-20-8.

INE Instituto Nacional de Estadística-Chile. Hojas informativas estadísticas sociales pueblos indígenas en Chile [en línea]. INE. [2002]. [Fecha consulta: 13 marzo 2014]. Disponible en: http://www.ine.cl/canales/chile_estadistico/estadisticas_sociales_culturales/etnias/pdf/info_etniascenso2002.pdf.

GARFINKEL, Harold. Estudios en etnometodología. Barcelona: Editorial Anthropos. 2006. ISBN 84-7658-785-6.

GEERTZ, Clifford. La interpretación de las culturas. 13ª ed. Barcelona, España, Gedisa. 2005. 387 p. ISBN 84-7432-333-9.

MARTÍNEZ, Miguel. La etnometodología y el interaccionismo simbólico. [En línea]. Páginas del personal académico de la USB. 2005. [Fecha de consulta: 3 abril 2014]. Disponible en: http://prof.usb.ve/miguelm/laetnometodologia.html.

----- El método etnográfico de investigación. [En línea]. Miguel Martínez Miguélez. 2005. [Fecha de consulta: 3 abril 2014]. Disponible en: http://miguelmartinezm.atspace.com/metodoetnografico_1ra_parte.html y http://miguelmartinezm.atspace.com/metodoetnografico_2ra_parte.html.

MATURANA, Humberto. Emociones y lenguaje en educación y política. 9ª ed. Santiago, Chile, Dolmen. 1997. 117 p. ISBN 956-201-087-1.

MAX-NEEF, Manfred. Fundamentos de la transdisciplinaridad. Valdivia, Universidad Austral. 2004.

SEPÚLVEDA, Orlando. Cultura y hábitat residencial: el caso mapuche en Chile. Tesis doctoral Departamento de Urbanística y Ordenación del Territorio, Escuela Técnica Superior de Arquitectura, Universidad Politécnica de Madrid. 2013.

TAYLOR, Steve y BOGDAN, Robert. Introducción a los métodos cualitativos de investigación. Barcelona, España, Paidós. 1987. 343 p. ISBN 84-7509-816-9.

THOMPSON B., John. Ideología y cultura moderna: Teoría crítica social en la era de la comunicación de masas. 2ª ed. México D.F, Universidad Autónoma Metropolitana. 1998. 482 p. ISBN 970 654 327 9.

 


Fecha de recepción: 05.05.14
Fecha de aceptación: 20.01.15